Un equipo que necesitaba ganar para aspirar al
 título y otro que no tenía nada que perder pero que podía arruinarle el
 campeonato a su archirrival. ¿Historia conocida? No tanto, esto sucedió
 en un partido de Tercera entre Racing y Boca. Hubo fraude y también 
hubo sanciones.
 
Por Rafael Saralegui (Buenos Aires, Argentina), antiguo socio del CIHF.
 Ocurrió un  26 de noviembre un repudiable episodio antideportivo que 
fue presenciado por las 90.000 personas instaladas en las tribunas de 
River Plate y que, sin embargo, suele ser poco registrado en los anales 
de los hechos futbolísticos reñidos con la moral, la ética y la honradez
 producidos en el país.
 El caso se caracterizó por otras 
singularidades: en la entrega de un equipo para que gane su rival no 
hubo dinero por medio ni estímulo material de ninguna naturaleza; el 
resultado del partido no fue arreglado por dirigente alguno, sino 
decidido unilateralmente por la mayoría de los integrantes del equipo y,
 además, se decidió en pleno partido.
 Los hechos
Aquel día de 
1944 se disputaba la última fecha del campeonato superior de la AFA y 
Boca Juniors, que encabezaba las posiciones con dos puntos de ventaja 
sobre River Plate, debía jugar como local frente al Racing Club en el 
estadio Monumental, puesto que su cancha había sido suspendida por 
incidentes ocurridos en el partido con Platense, disputado en Ferro 
Carril Oeste 15 días antes.
 Boca sufrió durante el primer tiempo 
pero reaccionó en el segundo y se impuso inobjetablemente 3 a 0.  Los 
muchos simpatizantes riverplatenses que había en las graderías –su 
equipo jugaba en Rosario frente a Newell’s y fue escasamente acompañado-
 no tuvieron más remedio que digerir sin crisparse la vuelta olímpica de
 sus eternos adversarios.
Pero a esos cariacontecidos hinchas 
millonarios, la tarde sofocante ya les había deparado otra contrariedad,
 que los enfureció sobremanera.
Por esos años, las reservas jugaban 
los jueves, en estadios generalmente vacíos, y las terceras divisiones 
lo hacían los domingos, antes del partido principal.
Antes de 
disputarse la última fecha, las terceras de River Plate –Alfredo Di 
Stéfano, Amadeo Carrizo y Néstor Rossi formaban parte del plantel- y 
Racing igualaban la primera colocación con 48 puntos, al cabo de 
campañas disímiles.
Los racinguistas encabezaban la tabla de 
posiciones desde la fecha inicial, nunca abandonaron esa posición y 
habían llegado a aventajar a los riverplatenses por cinco unidades. Un 
par de traspiés en las postrimerías del certamen permitió la reacción de
 los millonarios y el reñido final.
Hasta ese entonces, Racing había
 ganado un partido más y River había perdido un partido menos; los de 
Avellaneda habían conquistado 121 goles y los de Núñez, 90. En general, 
se estimaba que de los dos, Racing había acumulado mayores merecimientos
 a lo largo de todo el certamen.
Boca, que en el enfrentamiento de 
la rueda inicial había sido superado en Avellaneda por 3 a 1, llegaba al
 último partido del certamen en la séptima ubicación, a 16 unidades de 
los punteros, de modo que los antecedentes auguraban una relativamente 
cómoda victoria blanquiceleste.
 Sucedió todo lo contrario y algo 
más. Los favoritos jugaron su peor partido del año y al término del 
primer tiempo perdían 2 a 1; Boca amplió su ventaja y al cuarto de hora 
del segundo período se imponía 4 a 1.
Entonces, algo que parecía 
insinuarse tenuemente desde el comienzo de la parte final de pronto 
cobró su verdadera y triste magnitud: la pasividad y el desgano se 
apoderaron de los jóvenes futbolistas auriazules, que facilitaban 
abiertamente los avances del rival; así, en los minutos 24, 26, 32 y 44,
 Racing, con la única oposición del guardavalla boquense, Alberto 
Trotelli, obtuvo cuatro goles más –en el período inicial había abierto 
el score- y terminó ganando 5 a 4.
Los hinchas de River daban rienda
 suelta a su enojo gritando “¡vendidos, vendidos!”, pero en rigor los 
jóvenes boquenses no habían sido comprados por nadie sino que actuaron 
por el impulso de su voluntad: impedir la consagración del equipo de 
Núñez. Entregaron el partido deliberadamente, por su cuenta y riesgo. La
 vergüenza no había sido invitada a la fiesta xeneize. Pero estuvo en el
 lugar.
Como River había vencido 2 a 0 en Rosario, el primer puesto 
quedó igualado en 50 puntos; al anochecer de ese domingo, la comisión 
directiva de Racing, presidida por el médico cirujano Carlos Alberto 
Paillot, anunciaba que no presentaría “al equipo de tercera división 
especial en los partidos de definición del campeonato oficial de 1944” y
 que había amonestado a sus jugadores por su “deficiente actuación”. 
Además, comunicaba que había apercibido severamente por su decepcionante
 actuación a nueve jugadores y exceptuado al arquero Graneros y al half 
izquierdo Varela.
En los considerandos de la resolución, se afirmaba
 que haciendo honor a su brillante tradición institucional e 
interpretando el sentimiento unánime de sus asociados y simpatizantes, 
la comisión “estima que la jornada de ayer, por su evidente 
irregularidad, inhibe a nuestro equipo de tercera división para obtener 
un campeonato cuya legitimidad ha sido perturbada por factores extraños a
 nuestra institución y a la nunca desmentida integridad moral de 
nuestros jugadores”.
En principio, el Tribunal de Penas de la AFA 
suspendió provisionalmente a todo el equipo protagonista de la 
repudiable actitud y tras afinar el análisis de los hechos, dispuso 
suspender por seis meses, reducidos a tres, a siete futbolistas y por 
seis meses, sin la reducción del plazo por registrar antecedentes, a 
otros tres. El castigo no recayó en el guardavalla Trotelli, el único 
del equipo que no participó de la conjura.
Racing formó con 
Graneros; Uzal y Santos; Maggiolo, Moure y Varela; Montes, Di Pace, 
Iuzzolino, Castro y Silva. (Goles de Iuzzolino (dos), Castro, Montes y 
Di Pace).
Boca Juniors se integró con Trotelli; Perroncino y 
Melogno; Sasiain, Rastelli y Bendazzi; Pérez Berot, Fedencrini, Osorio, 
Rodríguez y Panduri. (Goles de Fedencrini (dos), Osorio y Panduri.
Arbitró Francisco Girbau, cuyo cometido fue elogiado por la revista Racing, que transitaba por su segundo año de vida.
Papelones periodísticos
La inmoralidad fue censurada severamente por todo el periodismo, 
incluidas las revistas partidarias de los clubes involucrados, y quien 
mejor la “graficó” fue la revista El Gráfico, al consignar que “hasta en
 un tiro libre los jugadores de Boca pretendieron acortar metros a favor
 del rival para que el shot se efectuara más cerca de la valla” y que 
tan manifiesta fue su actitud, que “festejaron las conquistas 
adversarias como si fueran propias”.
Pero entre tanta polvareda, también hubo lugar para un par de “bloppers” en el periodismo escrito.
El más serio fue protagonizada por la revista “Boca..!”, una publicación líder entre los órganos partidarios. 
Llegaba a los puestos de venta los sábados, por lo que a las pocas 
horas de la obtención del campeonato editó un “Boca..! Extra”, una 
entrega de 16 páginas, la mitad de ellas a color, para festejar el 
acontecimiento.
En su tercera página y a tres columnas, tituló 
“Nuestra tercera realizó un gran match” y desarrolló una crónica como si
 en el partido no hubiese existido anormalidad alguna.
Al reseñar la
 parte final del encuentro se decía que los boquenses amainaron su 
acción debido “al enorme trajín” y que los rivales aprovecharon para 
armonizar  sus líneas.
Según ese enfoque, “los últimos minutos 
hallaron a los muchachos de Racing realizando un esfuerzo supremo en 
procura de una definición”, pero el colmo se leía en el último párrafo. 
”En un gesto dignísimo, nuestros muchachos, finalizado el match, 
felicitaron efusivamente a sus colegas de Racing por la espléndida 
victoria alcanzada. Los abrazos fueron efusivos, mientras desde las 
tribunas boquenses y racinguistas se aplaudía a los presuntos campeones 
ruidosamente”.
Al sábado siguiente, en su entrega habitual, la 
publicación incluía un recuadro al pie de una de las últimas páginas 
titulado “Un gesto bochornoso que es un manchón”. No hubo explicación 
del papelón... sencillamente porque era imposible hacerlo sin afectar la
 credibilidad acerca del rigor informativo de la hoja.
El semanario 
“Campeón” encabezó el tratamiento de la cuestión con el siguiente 
título: “Vergonzoso espectáculo de la tercera de Racing”; tampoco 
intentó justificar el equívoco.
 Ver foto del ejemplar número 1 de la revista Boca…!
 

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