jueves, 15 de enero de 2015
Los tres escoceses de Newell’s
Por Ricardo Gorosito (Socio del CIHF)
Fue en el conflictivo año futbolístico de 1948. Era por entonces representante de Newell’s en la A.F.A. el ex jugador de la institución Manuel “Lito” González a quien la casa de la calle Viamonte le encomendó la tarea de contratar a los árbitros ingleses que llegaron al país ese año.
Pero además de cumplir con esa misión, también realizó gestiones para traer a su club a tres jugadores escoceses que pertenecían a un combinado de la divisional “B” de ese país y sobre los que al parecer le habían contado maravillas. La campaña de los rojinegros en esa temporada fue buena, finalizando en el quinto puesto con un equipo en el que se destacaban Musimessi, Colman, Sobrero, Lombardo, Faina y un exquisito delantero que se había iniciado en Estudiantes: Juan Armando Benavídez.
En la 10ª fecha, Newell’s logró una gran victoria ante Boca en la propia Bombonera por 1 a 0 (gol de Contini), ubicándose a dos puntos de los líderes que eran Estudiantes, Independiente y Platense. Un día antes habían arribado los tres nuevos delanteros cuyos nombres eran: John William KILPATRIC del Morton (interior derecho), Stewart MC CALLUM (centro delantero) del Hearts of Midlothian, y Donald MC DONALD (puntero izquierdo) del Kilmarnock. Los dos primeros rondaban los 25 ó 26 años y el último, que era el más joven, tenía 22.
Luego de la valiosa victoria en la Boca, Newell’s recibía la visita de Gimnasia, penúltimo en las posiciones. El técnico Gerónimo Díaz dispuso para ese partido el debut de los tres extranjeros y para ello dejó afuera a Benavídez, al uruguayo José María Medina y al wing Ramón Moyano. La expectativa se vio reflejada en la gran concurrencia al estadio rojinegro y en la recaudación que orilló los 30.000 pesos de ese tiempo. Pero el fiasco también fue grande. Newell’s perdió 2 a 1 y la actuación de los británicos fue lamentable. Veamos lo que publicó el diario “El Mundo” al día siguiente con el título “Habrá que esperar”:
“Diversos factores conspiraron para el buen éxito del debut de los delanteros escoceses, desde hace poco incorporados a Newell’s. Fue evidente que la escasa colaboración de sus compañeros de equipo repercutió en el desempeño de los extranjeros. Porque cuando se decidió prestarles la ayuda necesaria para hacerlos entrar en juego, fracasaron rotundamente. Es que los largos minutos de espera, de aislamiento, les restó confianza, y tal vez los desmoralizó. De otra manera no puede justificarse tan pobre rendimiento, después de haberse mostrado tan capaces en las prácticas previas al match. Será necesario, entonces, esperar nuevas presentaciones para dar un juicio definitivo.”
Otro comentario del mismo diario justifica en parte esa mala actuación y es más elocuente cuando se refiere a la falta de apoyo de los restantes compañeros: “…Más vale camino viejo conocido que nuevo por conocer. Tuvieron éstos razón pero por obra y gracia de los propios integrantes del conjunto, que con un egoísmo rayano en lo antideportivo, bregaron con un tesón digno de mejor causa para que durante el partido, especialmente en la primera etapa, los escoceses no entraran en juego. Prueba de ello es el hecho que cuando transcurrían 34 minutos del primer tiempo, recién un jugador extranjero fue habilitado directamente. El agraciado fue Mac Callum y su “hada bienhechora” se llamó Buján. Ya para entonces los players locales habían escuchado sonoras silbatinas de sus adictos, lo que motivó a los 24 minutos la reacción de Buján, quien cambió con espectadores de la platea palabras que motivaron primero la intervención del juez de raya y luego del árbitro Harry Hartles.”
Algo de eso hubo, porque en una nota que la revista “Súper Fútbol” le hizo a Arturo Buján en 1987, así explicaba el delantero ese partido:
“No se podía intentar nada con ellos. Eran muy malos. Yo llevaba la pelota, amagaba que se las iba a dar y me volvía. Era un suicidio dársela a ellos. La perdían siempre. Los dirigentes se molestaron, dijeron que yo les había hecho un boicot y me multaron con trescientos pesos. Yo no quería jugar, me hice el enfermo, pero me amenazaron con rescindirme el contrato. Era de familia humilde, necesitaba el dinero. No era mucho, pero ganando un partido me llevaba 150 pesos …”
La cuestión fue que con fecha 14 de julio y con la firma del presidente Ambrosio Rimoldi, el club le envió una carta en la que le notificaba la resolución: “Multa aplicada al jugador Arturo Buján - Vista la actitud de indisciplina observada en el curso del encuentro disputado en nuestro estadio frente al Club Gimnasia y Esgrima La Plata, y a la visible falta de respeto para con un sector del público asistente, y considerando que dicha actitud no puede tolerarse, salvaguardando los principios de disciplina y de moral que debe mantener todo deportista, profesional o amateur, se resuelve aplicar al jugador Antonio Buján una multa de trescientos pesos moneda nacional”.
Este tipo de sanciones eran comunes en aquellos años y el abuso de que hicieron gala los dirigentes, motivaron que en noviembre se declarara una huelga que duró casi seis meses.
Pero, ¿qué pasó después con los escoceses? Más allá de si hubo o no boicot, lo concreto fue que para Kilpatric y Mc Donald el encuentro ante Gimnasia fue debut y despedida. Mc Callum jugó dos partidos más y luego se volvieron a Escocia. Al parecer las virtudes expuestas al dirigente que los trajo no eran tales…
Para Buján prácticamente fue el fin de su carrera en Newell’s. En la segunda rueda de 1948 ya no jugó y al año siguiente lo hizo en los dos primeros partidos y fue transferido inmediatamente a Atlanta donde jugó hasta 1951 y un año después en Quilmes en Primera B.
Fuentes consultadas:
Diario “El Mundo” del 28 de junio de 1948.
Revista “Súper Fútbol” – Nº 4 – Junio de 1987
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