Por Edgardo Imas (Buenos Aires, Argentina), socio del CIHF.
Sólo a partir de la década del 60 empezaron a tener los directores técnicos un papel más destacado hasta llegar al rol casi de vedette que ocupan hoy en día. El DT, entrenador, coach o míster, como suelen llamarlo en España, acapara centímetros en los medios gráficos; primeros planos de las cámaras televisivas, aun cuando un equipo convierte un tanto y en desmedro del goleador; la idolatría o el insulto artero, cuando no directamente la agresión, por parte de la tribuna; a la vez que soporta una presión constante, producto de los poderosos intereses y los millones de dólares que se mueven cada vez que la pelota rueda y exacerbada por el fútbol “resultadista” vigente. Constituye –frase hecha– el primer fusible que salta. Prueba de ello la brinda cualquier estadística de nuestro fútbol vernáculo sobre la duración en sus cargos de los directores técnicos en las últimas temporadas. Tan sólo una breve sucesión de empates puede echar por la borda cualquier promesa formulada de respetar el contrato o concretar un proyecto a largo plazo.
Pero no siempre fue así. En los primeros años de desarrollo del fútbol en el Río de la Plata no existían directores técnicos tal como se conocen en la actualidad, y en los colegios británicos los profesores de educación física eran quienes decidían y enseñaban el noble juego. Posteriormente, una vez que ese deporte hubo salido de ese ámbito, y comenzó a hacerse más popular y se fundaron las instituciones que luego serían las más importantes —primera década e inicios de la segunda del siglo pasado–, fue normal hallar dirigentes-jugadores.
Con el correr del tiempo, las indicaciones técnicas y concernientes a la alineación fueron impartidas por el jugador de mayor edad y predicamento, generalmente el capitán del team, o por algún dirigente especializado. El profesionalismo encubierto de la segunda parte de la década del 20, aunque oficialmente regía el amateurismo, conllevó la aparición de los entrenadores. Así, el primero que se conoce en la Selección Nacional es de aquellos años: Ángel Vázquez.
En 1931, se disputó el primer campeonato profesional en la Argentina. Durante los siguientes veinticinco años, a los conductores técnicos se los llamó entrenadores, pero su grado de exposición era mínimo. No aparecían en las síntesis que publicaban en los diarios y revistas; a lo sumo, salían en la clásica foto del equipo, vistiendo un buzo con una letra E bien grande.
A partir de los '60 todo se fue modificando, y su protagonismo creció, de la mano del llamado "fútbol espectáculo" y luego, desde 1968, de la posibilidad de realizar cambios de jugadores de campo en los encuentros oficiales.
Los primeros entrenadores del club
Por los motivos que se señalaron precedentemente, a la fecha no es factible hacer una reseña completa de todos los directores técnicos que pasaron por Atlanta, ya que, a pesar de la exhaustiva investigación, existen aún algunos baches en los albores del profesionalismo, es decir, muy breves períodos en los cuales todavía no se ha podido determinar con exactitud quién fue el entrenador bohemio, o bien la cantidad de cotejos en que se desempeñó en esa función.
En razón de ello, todas las estadísticas y cuadros que ilustran esta nota se circunscriben al último medio siglo: tienen como punto de partida el año 1956. Empero, se hará un racconto de los entrenadores que pasaron por Villa Crespo antes de esa fecha.
Sin duda, el más significativo fue don José María Casullo, un wing ya fallecido que jugó en la Primera de Atlanta en 1931/32 y 1936. Entre 1939 y julio de 1946 -cuando dejó el club para irse a dirigir a México; y, luego, en los ’60 pasó por Rosario Central- fue entrenador del club, con algunas interrupciones en 1942 y 1943, cuyas extensiones aún no se han podido determinar con precisión, motivo por el cual es imposible establecer una cifra exacta de partidos en que dirigió al primer equipo.
No obstante, seguramente Casullo le está disputando el primer lugar en cuanto a partidos dirigidos a Victorio Luis Spinetto, que acumula 205 cotejos de campeonato (si se incluyen las copas oficiales, la cifra se eleva a 223).
Ya en 1932, el famoso "equipo de los paraguayos" -varios jugadores de esa nacionalidad contratados a mitad de campeonato, que finalmente fracasaron- era adiestrado para su debut en el conurbano por Pedro Martínez, un ex half derecho internacional, de dilatada campaña como jugador en Huracán. En 1935, una vez que se hubo deshecho la fusión con los de La Paternal, Martínez reemplazó a Luis Célico como entrenador del primer equipo.
Hasta 1955, además de los tres ya nombrados, los directores técnicos que pasaron por el fútbol profesional de Atlanta fueron: Eduardo D'Agostino, que también era preparador físico y kinesiólogo; Ángel Fernández Roca; Julio Benavídez; José Humberto Fossa, ex jugador de San Lorenzo; Vicente Zito, veterano jugador del equipo, que reemplazó como entrenador a Casullo; Bartolomé Macías, un conocido referee que asumió en la cuarta fecha del año 1947 y no pudo impedir que el equipo de las estrellas -liderado por Adolfo Pedernera- fracasara y descendiera; Fernando Bello, ex arquero internacional, de Independiente; Roberto Cortés, que también dirigió mucho tiempo las divisiones inferiores del club; Mario Fortunato, ex Boca y la Selección en la era amateur; José Pedro Battagliero, que asumió en 1952 mientras era jugador del primer equipo; Gastón Pagés, conductor durante gran parte del subcampeonato de la B que logró el Bohemio en 1953; Norberto Pairoux, interinamente, además de inferiores; Silvestre Pisa y el santafecino Lorenzo Tornaroli en 1955.
La llegada de Victorio Luis Spinetto desde Vélez y el inicio de su primer ciclo en el club marcaron un punto de inflexión, con la obtención del campeonato y ascenso a Primera de 1956 y las posteriores campañas en el círculo superior, a la sazón las mejores temporadas de la historia futbolística bohemia.
Imagen: Adolfo Pedernera con la camiseta de Atlanta (El Gráfico 1947).
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