Nota extraída del suplemento Ovación del diario Los Andes de Mendoza, escrita por Fernando Montaña.
“Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte contemplando cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte tan callando, cuán presto se va el placer, cómo, después de acordado, da dolor; cómo, a nuestro parecer, cualquiera tiempo pasado fue mejor”. (Fragmento de las Coplas por la muerte de su padre, de Jorge Manrique) ¿Te acordás, Gato? ¿Te acordás de aquellos versos difíciles de asimilar en aquel tercero primera del Colegio Nacional Agustín Álvarez?
Éramos pibes entonces y nuestro disfraz de alumnos regulares no solía ir de la mano con nuestra génesis de pibes jodones y futboleros por esencia. –Che, les hacemos el desafío, ¿pero van a traer al Gato? –Más vale, si es compañero nuestro. Era la discusión eterna con los vagos del otro tercero. Era de entenderse. Si con Humberto Fabián Lentz en los picados del sábado a la mañana en el Parque éramos poco menos que Gardel y los guitarristas. El pibe enrulado ya jugaba en las inferiores de Godoy Cruz y se adivinaba esa distinción, la clase de los elegidos, apenas tocaba la pelota. Y vaya si la mostró.
Primero cuando fue a préstamo a Municipal. Fogueado, el Gato volvió al Tomba para consolidar su destino de número 5 sobrio, criterioso para la marca y de buen remate. Alguien también le vio esas condiciones y se lo llevó a San Lorenzo de Almagro, donde jugó ocho partidos. Dirigido por el Bambino Veira, el Gato hizo migas con el Beto Acosta y Flavio Chino Zandoná. También jugaría en Olimpo, Alianza de San Juan, Atlético San Martín (donde ganaría el Transitorio ’92), Gimnasia y Esgrima y Juventud Antoniana (ganó un ascenso). Había una asignatura pendiente en su carrera: aportarle al Tomba sus condiciones de siempre, potenciadas con su mayor experiencia. Fue parte del Godoy Cruz que entró en la historia al ascender al Nacional B. El Gato se aprestaba a jugar con el club de su infancia en la segunda categoría del país; sin embargo, desfilaban otros 5 y era suplente de suplentes.
Sin quejarse, lejos de las entrevistas y los flashes, se ganó un lugar en el Tomba de Alberto Garro: el del ’95 y ’96. Dura esta vida deportiva. Los ídolos suelen ser estatuas de mármol y, así, aquel Gato de pelo ensortijado que jugó 88 encuentros y marcó seis goles con la camiseta albiazul no alcanzó a tener en vida el reconocimiento que se merecía. Más bien fue ignorado. A aquel viejo compañero de colegio, aquel número 5, el Gato Humberto Fabián Lentz, se le vino la muerte. Y no hay palabras que alcancen para describir ese dolor, ese maldito flash que nos provocó tamaña noticia...
Su trayectoria en números
Lentz comenzó en San Lorenzo (1988-89) donde jugó 7 partidos. Fueron sus únicos encuentros en Primera A, donde debutó el 18 de setiembre de 1988, en San Lorenzo vs Armenio (3-1). El técnico era Héctor Veira y lo hizo ingresar por Néstor Gorosito. Luego actuó en la B Nacional en Olimpo de Bahía Blanca (1989/90, 30 partidos, 1 gol) y Godoy Cruz de Mendoza (1990/91, 1994-96 y 1998/99, 88 partidos, 6 goles. Además actuó en el fútbol canadiense y en Atlético de la Juventud Alianza de San Juan.
Imagen de Humberto Lentz quien falleció trágicamente al recibir una descarga eléctrica y desplomarse a tierra desde una altura de ocho metrtos.
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