Por Marcelo Víctor Assaf Martín (México D.F.), socio del CIHF.
Los torneos pentagonales y hexagonales que se disputaron en México fueron un éxito rotundo, donde los equipos locales pudieron continuar midiendo fuerzas con muy buenos conjuntos del ámbito internacional.
La mayoría de los visitantes traían a figuras de destacada participación en los Mundiales como el Sao Paulo, que llegó como subcampeón de Brasil y tenía en sus líneas al defensa Bellini o la Selección de Moscú, cuyos principales hombres sobresalieron con la Unión Soviética. Entre ellos Ivanov, Igor Chislenko, Ponedelnik y otros.
En el caso de San Lorenzo de Almagro, estuvieron varios delanteros de la selección de Argentina (algunos sin llegar al Mundial) que dejaron un recuerdo excelente, como Facundo, Ruiz, Lallana, Sanfilippo y Norberto Boggio. Este último se sumaría al Atlante en 1963, quedándose por diez años con los Potros de Hierro debido a su calidad y profesionalismo.
Fluminense pasó con el arquero Castilho, el defensa Pinheiro (ambos actuantes en Suiza ’54) y el DT Zezé Moreira; América de México contaba con el portero Walter Ormeño, “el gigante peruano” de dilatada trayectoria en el país.
Días que quedaron en la historia
Algunos partidos de estos tiempos quedaron por siempre en la memoria de la afición y de la prensa, como el sostenido el 31 de Enero de 1960 entre Atlas de Guadalajara y San Lorenzo con victoria de la visita 2-0. El encuentro sirvió para inaugurar el Estadio Jalisco, que desde entonces ha sido casa del Atlas y del Guadalajara. Norberto Boggio (primer anotador de la historia en el Jalisco) y José Sanfilippo convirtieron los tantos.
Sin dudas el encuentro que más grato recuerdo dejó en México fue el que Necaxa, un equipo chico conocido como “Los Electricistas”, le ganó al Santos de Brasil 4-3 la noche del 2 de febrero de 1961. Los brasileños, que eran una verdadera potencia mundial, lucían en sus filas a Laercio, Dalmo, Ze Carlos, Mauro Ramos (capitán de Brasil en Chile ’62), Zito, Calvet, Dorval, Mengalvio, Coutinho, Pelé y Pepe.
Necaxa afrontó el pentagonal con José “Chato” Sierra, Héctor González Larrazolo y Jorge Sánchez García (Atlante), el imprescindible medio volante Raúl Cárdenas (Zacatepec) y Pedro “Bucky” Romero (Toluca) como refuerzos.
Pelé debió salir lesionado a los pocos minutos de iniciado el juego por luxación de clavícula y un fuerte golpe en el ojo derecho, después de un choque con el argentino Pedro Dellacha.
Tampoco se olvidó el golazo de 30 metros que anotó el ”Pipis” Ruvalcaba ante Independiente para la victoria del Oro de Guadalajara. El vencedor era dirigido por el brasileño Paulo Martorano, de solo 26 años, que a la vez era arquero del equipo áureo y se lo consideraba el entrenador más joven del mundo.
El Oro era formado por Martorano o Mota (de la selección), Gustavo “Halcón” Peña, Eduardo “Negro” Colmenero, Chavira, Carlito Peters, Felipe Ruvalcaba, Jaime Belmonte (refuerzo del Irapuato), Luis Juracy, el colombiano Delio “Maravilla” Gamboa, Manuel Tavares Necco y Sigifredo “Chivo” Mercado (del Toluca).
Los “Rojos” de Avellaneda alineaban con Toriani, Acevedo, Navarro, Rolán, Maldonado, Silveira, Vázquez, Abeledo, Garro, D’ascenso y Giménez.
En tanto Chivas de Guadalajara era el equipo hegemónico que lo ganaba todo a nivel local y se constituía en la base de la selección de México, que haría un buen papel en Chile ’62, donde logró su ansiado primer triunfo mundialista (3-1 a Checoslovaquia en Viña del Mar).
Estaban Jaime “Tubo” Gómez, Arturo “Curita” Chaires, Guillermo “Tigre” Sepúlveda, José “Jamaicón” Villegas, Juan “Bigotón” Jasso, “Panchito” Flores”, Isidoro “Chololo” Díaz, Salvador “Chava” Reyes, Héctor Hernández, Sabás Ponce y Francisco Jara.
Con ellos alternaban los novatos defensas Valle y Sevilla y el veterano “Mellone” Gutiérrez. Sin dudas, un equipo de época hoy añorado con nostalgia por el “Chiverío”.
¡Se partió el travesaño!
Una de las anécdotas que más se recuerdan en el fútbol de México se produjo el 2 de Febrero de 1964 en la victoria del Partizan de Yugoslavia sobre el Sao Paulo por 3-1. El yugoslavo Mustafá Hasanajic era todo un personaje porque venía de ganarse el odio del público después de golpear al chiva “Jamaicón” Villegas y después, en el duelo ante Sao Paulo, se ganó la risa de la afición al querer atrapar una paloma que no quería volar, en medio de un acto presidido por los altos mandos de la Federación Mexicana de Futbol.
Ya en el partido, Hasanajic brindó su principal número. Con el juego 3-1 para Partizan acompañaba un ataque de Takac, mas este fue el que decidió rematar al arco saliendo desviado el balón. Pero Hasanajic siguió corriendo, como en señal de protesta por no recibir la pelota, y cuando se pensaba que iba a entrar al arco por la carrera impetuosa que llevaba, detuvo su marcha abruptamente, dio un salto, se colgó del travesaño y lo partió en dos.
La acción desató carcajadas en la asistencia y al existir un travesaño de repuesto pudo seguir el partido.
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