Por Carlos España, socio del CIHF
Todos identifican al Racing Club con la ciudad de Avellaneda, en la provincia de Buenos Aires, donde está radicado, pero deben tenerse en cuenta las diversas razones que explican también su raigambre en la ciudad de Buenos Aires, conocida desde fines del siglo XIX como Capital Federal.
Entre ellas se encuentran el importante caudal societario y de simpatizantes en la capital argentina desde los primeros años de existencia de la entidad, la sede que la institución posee en el porteño barrio de Villa del Parque y un conjunto de hechos que resaltan en diferentes momentos de la historia de la entidad celeste y blanca.
Uno de los principales acontecimientos insoslayables en la vida del Racing Club -y que tuvo su llegada al gran público del fútbol- es el carácter relevante del apodo del club, que todos reconocen como el primer "Grande" entre los actuales participantes de los torneos de fútbol oficiales.
El sobrenombre que esgrimen con orgullo los hinchas, la Academia, comenzó a consolidarse y a alcanzar una masiva popularidad cuando transcurría el año 1915.
El 1 de agosto de aquel año Racing visitaba a River Plate en la vieja cancha de la Dársena Sur porteña, ubicada frente a la carbonera Wilson, más precisamente en la intersección de las calles Villafañe y Caboto, a unos 200 metros del sitio en el que actualmente está ubicado el barco casino -en el barrio porteño de Puerto Madero-, para disputar un cotejo por la 12.ª fecha del campeonato de la Primera Liga.
Obtuvo un triunfo por 3 a 0 y brindó una demostración del juego de altísima calidad y evidente superioridad, por lo que el equipo fue permanentemente ovacionado durante el desarrollo del partido por el público presente. Festejando con enorme alegría, los partidarios de Racing volvían caminando por las calles rumbo a sus casas, coreando: "Academia, Academia, Academia…".
Así lo refiere el libro Racing Club. Centenario del primer campeón criollo de la historia: "Muy pocos saben que River Plate, nuestro tradicional rival, dio sus primeros pasos, en un barrio vecino a Barracas al Sud, más precisamente su campo de juego, muy precario y primitivo, lo tenía situado en la Dársena Sud, y fue allí precisamente en un memorable partido en el año 1915, en que Racing se fue perfilando definitivamente como la Academia, designación que hasta nuestros días nos llega con sabor a historia, inconfundible al mencionarla, para reconocer de quien se habla.
"Tal encuentro frente a River despertó una trascendencia mayúscula que atrajo una concurrencia muy superior a la prevista, y el equipo de Racing, que venía demostrando una superioridad increíble frente a todos, y mantenía un invicto que ya era costumbre y afianzaba la certeza de que se constituiría en récord, conquistó un nuevo triunfo por 3 a 0".
Asimismo, contribuyeron en gran medida al conocimiento masivo del apodo las exitosas campañas del club en los certámenes de fútbol, ya que se había consagrado campeón de los torneos oficiales de 1913 y 1914, y se encaminaba a la obtención del tercer campeonato consecutivo. Los éxitos continuarían y Racing llegaría a conquistar siete logros en forma continua hasta 1919.
En el encuentro que disputaron los clubes que conforman el clásico más antiguo del fútbol argentino y que constituye un eslabón de trascendencia fundamental en la historia racinguista, la "flamante" Academia alistó a los siguientes protagonistas: Ibrea Sila Arduino; Armando T. Reyes y Saturnino Ochoa; Ricardo J. Pepe, Francisco Carlos Olazar y Ángel Floro Betular: Zoilo Canaveri, Alberto Bernardino Ohaco, Alberto Andrés Marcovecchio, Juan Hospital y Juan Nelusco Perinetti.
Convirtieron los goles, todos en el segundo tiempo, a los 10' Olazar, mientras que hubo dos conquistas de Marcovecchio a los 12' y 29'. El árbitro fue Héctor Alfano y asistieron 11.000 personas, que cubrieron la capacidad máxima del field.