Por Raúl Ramírez (socio del CIHF).
Pasarán los años, el tiempo que
todo lo difumina borroneando recuerdos cumplirá su traicionera y eterna
consigna. Pero cuando se nombre a Santiago Vernazza emergerá siempre la
evocación de su potente remate, de su certera presencia goleadora, de aquellos
años jóvenes que recamó de goles y de alegrías para los clubes cuyos colores
defendió. Se olvidarán los detalles, quizás. Pero Guito Vernazza tendrá siempre
su lugar en ese firmamento magnífico del fútbol argentino, tachonado de estrellas,
en el que la suya brilla y brillará.
Se fue el domingo 12, cuando su
cansado corazón dijo basta, tras 89 años largamente e intensamente vividos. Había
nacido el 23 de setiembre de 1928 en el barrio de La Boca, y tras el consabido
paso por los potreros, se inició en el fútbol federado en Platense, donde
avanzó muy rápido, casi saltando divisiones en inferiores, hasta llegar en 1947
al círculo superior justamente ante River Plate. Fue en la segunda fecha del
certamen y River ganó 5-1 el duelo en el Monumental. Vernazza jugó de puntero
izquierdo esa tarde. Dos fechas más tarde, en jornada victoriosa ante Huracán,
pasó a la punta derecha, donde alcanzaría fama y lucimiento. y el 1 de junio de
ese año marcó de penal (sería una de sus especialidades) su primer gol,
venciendo al arquero Quatrocchi, de Rosario Central en un triunfo calamar por
4-2, en el viejo escenario de Manuel Pedraza y Cramer. Su primera temporada se
cerró con 22 partidos jugados y 5 goles convertidos.
Fueron años felices con el equipo
de Saavedra, ganándose su lugar en la consideración general, siendo convocado
para jugar en la selección nacional en aquella época con superproducción de
cracks, pese a lo cual en la Copa Roca de 1948, con solo 19 años vistió la
albiceleste ante Brasil.
Por fin en 1951 le llegó la hora
de la consagración, al ser convocado por River Plate. Allí las exigencias
fueron mayores, pero Guito respondió como de él se esperaba. La faena no
parecía fácil, pues debía cubrir un puesto en el que habían descollado monstruos
de la talla de Carlos Peucelle y Juan Carlos Muñoz. Precisamente este último,
ya veterano, pasó junto con Roberto Coll y Negri a Platense como parte de pago
del pase de Vernazza a River. Si bien el club "millonario" no logró
el campeonato (Terminó tercer a un punto de los líderes Racing y Banfield), lo
del nuevo valor fue espectacular, consagrándose con 22 goles goleador absoluto
del campeonato, logro infrecuente en un wing. Convertido en el ejecutor de los
penales de River, marcó ese año 10 de los 12 que tiró.
Con River ganaría los campeonatos
de 1952, 1953, 1955, y 1956. Fue en River donde la potencia de su remate
adquirió niveles de leyenda. Como cuando el arquero rival, vencido por la furia
de shot, cayó de espaldas dentro del arco propio, con pelota y todo, tras
estrellarse en su pecho un penal ferozmente ejecutado por Vernazza. Fueron los
tiempos de "Comefierro", el sagaz apodo con el que lo bautizó su
compañero y amigo Labruna, en virtud de la fuerza de sus cañonazos.
Tras la consagración de 1956, siguió
un camino que empezaba a hacerse frecuente entonces: el del fútbol europeo. Lo
requirió el Palermo, que luchaba por salvarse del descenso en la Serie A
italiana.
Los sicilianos no lograron su cometido, pese a los goles de Guito.
Pero su aporte fue decisivo para la conquista del ascenso en 1958/59, como
subcampeones de la Serie B, en pos del Atalanta. El Palermo, equipo
"ascensor", volvería a descender a la temporada siguiente, para
promocionar de nuevo en 1960/61. En esta última temporada, y ya con 32 años,
fue convocado por el poderoso Milan, contribuyendo al subcampeonato del
rossonero, detrás de la Juventus. Tras ello jugó dos campeonato con la
rojiblanca del Lanerossi Vicenza, hasta su retiro en 1964. Su último gol lo
convirtió el 30/09/1962, abriendo el marcado ante Sampdoria, en lo que fue un
triunfo por 3-0 de su equipo.
Regresó entonces a nuestro país,
donde se dedicó a actividades comerciales y empresariales (criadero de pollos,
venta de productos de laboratorio, profesor de educación física en el club
Macabi). No intentó la dirección técnica, lo que lo alejó definitivamente de
los primeros planos. Más no del recuerdo de los que lo vieron jugar y fueron
testigos de sus furibundos remates que destrozaron redes aquí y en Europa.
Salió a veces de su retiro para asistir a eventos deportivos, tal como el
homenaje que River Plate le brindó no hace mucho en el Museo de la entidad.
Casado con Carmen Terza, tuvo 3
hijos, Ricardo, Daniel Claudio y Fabiana.
Sus números en el fútbol:
Platense (1947-50): 108 partidos,
52 goles.
River Plate (1951-56): 164
partidos, 72 goles.
Palermo, de Italia (1956-1960).
Serie A 53 partidos, 20 goles. Serie B 62 partidos, 31 goles. Copa Italia: 5
partidos, 2 goles, Copas Europeas, 1 partido, un gol.
Milan de Italia (1960/61). Serie
A, 29 partidos, 14 goles.
Lanerossi Vicenza de Italia
(1961-64), 30 partidos, 3 goles.
Vernazza, con traje marrón junto a Amadeo Carrizo
16 de abril de 2016, en el homenaje en River.
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