Por Carlos España (Socio del CIHF. Para Télam)
En 1913 el Racing Club de Avellaneda, tras obtener el campeonato de Primera División, se convertía en el primer club de los actualmente denominados "grandes" en lograr un título de esa naturaleza.
Apenas transcurrida una década desde la fundación de la "Academia", la joven entidad empezaba a demostrar su real valía con paso firme y continuo, ya que obtendría también el mismo galardón en forma consecutiva todos los años siguientes hasta 1919.
El equipo iniciaba así lo que constituiría una hazaña récord, con una indiscutible superioridad frente a sus rivales. Esta retahíla de títulos fue un hito en la historia del fútbol argentino y sus protagonistas resultaron muchos de los mejores jugadores de la época. Ningún otro club de la máxima división del fútbol argentino consiguió semejante gloria.
La sucesión de conquistas hizo que se considerara a la entidad "albiceleste", por un lado, como la sucesora del legendario Alumni y, por el otro, como el símbolo del traspaso del estilo británico en la forma de juego a uno genuinamente criollo que, sin dejar a un lado las virtudes del juego a la europea, incorporó la belleza de las jugadas en las que era notoria la influencia de la gambeta, la picardía y la vistosidad.
El conjunto de Avellaneda se transformó en el primer gran equipo puramente criollo, inventor de "la nuestra", un juego depurado, técnico y con más brillo. Un estilo distinto.
A decir verdad, ninguno de aquellos pibes que habían participado en la fundación del club había soñado en aquel instante con la grandeza y notoriedad que Racing alcanzaría en tan corto lapso.
Casi todos ellos disfrutaron la seguidilla de logros del primer equipo, con la excepción de Pedro Werner, activo y progresista dirigente que falleció el 2 de septiembre y no pudo festejar el título.
El equipo titular de esa temporada lo integraban Carlos Antonio Muttoni en el arco; Saturnino Ochoa y Armando T. Reyes eran los backs; la línea de medios la conformaban Ángel Floro Betular, Juan S. Ohaco y Francisco Carlos Olazar, mientras que en el quinteto delantero se alistaban Raúl J. López, Alberto Bernardino Ohaco -hermano menor de Juan-, Alberto Andrés Marcovecchio, Juan Hospital y Juan Nelusco Perinetti.
También jugaron Ricardo J. Pepe, Juan Eduardo Viazzi y, en menor medida, Pedro Regalado Etchegaray, Enrique Galle, Enrique Parks, Ernesto Sacarelo y León Worvad. Marcovecchio y Alberto Ohaco fueron los máximos goleadores de una delantera letal para los adversarios.
La campaña, para alegría de los simpatizantes, comprendió un total de veinte partidos jugados (incluidas las finales de la sección y del torneo), con diecisiete cotejos ganados, un empate en cero ante River Plate y dos caídas, también con River por 2 a 1, y con Boca Juniors por 1 a 0.
En la brillante performance se destacaron varias goleadas, como las obtenidas ante Banfield por 6 a 0 y ante Olivos y Estudiantil Porteño por 5 a 0.
Racing compitió en la Sección A del torneo y compartió el primer puesto con River, por lo que debió disputar un encuentro para definir al ganador de la zona. El desempate se llevó a cabo en la cancha de Estudiantes de Buenos Aires, y los académicos se impusieron 3 a 0, con dos goles de Alberto Ohaco y el restante de Juan Nelusco Perinetti.
El importante triunfo le dio al conjunto "albiceleste" el derecho de jugar la final del campeonato frente al primero de la Sección B, San Isidro.
Cerca del epílogo del año, el 28 de diciembre, se llevó a cabo el cotejo definitorio en el field de Racing en Avellaneda, con un resultado final de 2 a 0 en favor del local.
Vaya así el reconocido homenaje hacia aquellos pioneros del club de Avellaneda, que dieron origen al importantísimo e invalorable lugar que hoy ocupa la Academia, orgullo de la ciudad y de todos los argentinos.
Racing es, al fin y al cabo, una reconocida institución deportiva en el ámbito internacional cuyo germen tuvo lugar en aquellos primeros años de hidalguía y se cimentó en aquel título hoy centenario.
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