Por Guillermo Gasparini (socio del CIHF) para TELAM.
Luis Felipe Monti, el mitológico "Doble Ancho", que cubrió el medio campo argentino desde el amateurismo hasta el primer Mundial, en 1930, tiene la particularidad de haber marcado el primer gol albiceleste en esas citas ecuménicas.
Sucedió ante Francia (1-0), el 15 de julio de 1930. Y, además, fue el primer jugador que estuvo en dos finales consecutivas en la historia de los mundiales: primero con la Argentina ante Uruguay (caída por 2-4) y después con Italia (campeón), y el único que vistió dos camisetas distintas en las definiciones mundialistas.
Alguna vez confesó algo sumamente curioso: ?En Uruguay me querían matar si ganaba, en 1930. Y en Italia, en 1934, me querían matar si perdía?, haciendo alusión a las presiones del Duce Benito Mussolini sobre la selección "azzurra".
Era un cinco de los de antes, fornido, de gran físico; por eso el apodo. Para acercarlo a los tiempos modernos, sus características futbolísticas eran las de un volante central, que
repartía sus fervores entre el ataque y la defensa.
En comparación, sirve equipararlo con Javier Mascherano, aunque físicamente era el doble del actual ocupante de esa zona del campo. Como goleador, incluso, marcó otra vez en el Mundial de 1930 ante Estados Unidos y ya había dejado su sello en el segundo desempate de la final olímpica de 1928, frente a los mismos uruguayos, cuando anotó la conquista argentina en la derrota por
1-2.
Dicen que daba buenos pases y que a veces era imposible ganarle la posición. Con buen juego aéreo, tenía un remate preciso y violento. Había comenzado a jugar en General Mitre, en 1920.
Cuando este equipo fue desafiliado llegó a Huracán, llevado por su tío Juan. Enrique Monti y Cesáreo Onzari (el del "gol olímpico") también pasaron con él al "Globo", en 1921. Al año
siguiente se incorporó al Club Palermo y desde 1922 a 1930 militó en San Lorenzo. En 1931, antes de partir hacia Italia, firmó para Sportivo Palermo.
El curioso desempeño en esa final con Uruguay desdibujó su etapa argentina. Dicen que antes del encuentro había sido amenazado con un mensaje que anticipaba daños a sus familiares "si él no iba a menos". Esto fue reforzado por los comentarios posteriores de algunos de sus compañeros. Carlos Peucelle alguna vez contó que el grandote ?lloraba? en el entretiempo, cuando la Argentina estaba ganando por 2 a 1.
Francisco Varallo, el último de los integrantes de ese equipo que dejó este mundo, con cien años cumplidos, refirió: "Yo jugué lesionado. Y hubo otros compañeros que no pusieron todo lo que
debían. Quizás el entrenador debió reemplazarlos. Lo de Monti se sabía antes de jugar el partido".
Pero lo más llamativo, a esta altura del siglo XXI, es lo que se publica en internet sobre estos acontecimientos. Alguien hizo correr la versión de que Monti había sido amenazado por dos
personajes italianos, para facilitar su posterior pase a la península. Y esto es repetido como "verdad absoluta" en cuatro o cinco blogs.
En uno de ellos, incluso, una nieta de Monti desmintió todo lo que circula en la web, pero no le hicieron caso ni corrigieron el dato. Ella contó que su abuelo no había cobrado nada antes de
los italianos ni se había nacionalizado italiano, como esos sitios desinformados señalan. Incluso destacó que después de San Lorenzo no fue directamente a Italia y tuvo un paso fugaz por Sportivo Palermo.
Cuando llegó a Italia, Monti era casi un ex jugador. Tenía más de quince kilos de sobrepreso y se pasó seis meses en las montañas antes de ponerse en estado y firmar contrato. Corría y
corría. El 20 de septiembre de 1931 debutó en Juventus, ante Pro Patria (1-1). Y más de un año después, el 27 de noviembre de 1932, en la selección italiana. En Juventus estuvo hasta 1939, con intermitencias.
Al equipo nacional entró como "oriundo", junto a sus compatriotas Raimundo Orsi, Enrique Guaita y Atilio Demaría. El Guerin Sportivo señaló en una recopilación de los mundiales que Monti se presentó como ?nuevo? después de su temporada en las montañas y que, acercado por Renato Cesarini, renovó totalmente a la Selección.
En esa publicación lo describían como atlético y temperamental y también dueño de un potente disparo. Jugó en la Selección hasta 1936, cuando ya tenía 37 años, y fue titular en todos los partidos.
Después de su doble hazaña pasó por Francia, Suiza, España, Alemania y Yugoslavia, y regresó al país en 1947, para hacerse cargo de la dirección técnica de Huracán. Cumplió algunas tareas en
otros clubes, hasta que falleció en 1983, debido a una crisis cardíaca.
Cierta vez, evocando aquel polémico encuentro definitorio con los uruguayos, Monti recordó: ?Me di cuenta de que si tocaba a alguien, se prendía la pólvora. Entonces les dije a mis compañeros
que estaba marcado. "Pongan ustedes que yo no puedo, les pedí. Después de todo, ¿qué querían? ¿Que fuera un héroe del fútbol?".
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