miércoles, 31 de agosto de 2016

Doce pasos no siempre caminados: partidos suspendidos con penales pendientes

Por Edgardo Imas (socio del C.I.H.F.).

La pena máxima en el fútbol tiene una larga historia y presenta varias facetas, inspiradoras incluso de obras literarias y cinematográficas. 
Por Edgardo Imas (Buenos Aires, Argentina), socio del CIHF.
Desde que en 1891 la International Board introdujo el tiro libre penal, además de fijar la demarcación del área mediante una línea paralela a la del gol, a 11 metros de distancia, mucho se ha visto, escuchado y discutido en relación con esa instancia del juego. La incorporación la pena máxima fue concebida con la intención de disminuir sensiblemente la violencia en el juego: se pensaba, con razón, que ese tipo de sanción inhibiría los impulsos de los defensores de barrer a todo rival que merodeara en su propia área, especialmente cerca del arco.
Más tarde, en 1902, se delimitaron las áreas tal como actualmente las conocemos –salvo la medialuna, fijada a partir de 1936– y se resolvió que la ejecución se haría desde un punto fijo y con el guardavallas parado en la línea. Así se terminó de conformar el marco para la ceremonia del penal, de la cual son protagonistas fundamentales el juez, el shoteador y el arquero. La violencia in crescendo que depararon la masificación del fútbol, primero, y luego el advenimiento del profesionalismo también incorporó, como se verá, a otro actor principalísimo: el espectador.
La sanción máxima ha sido objeto de estudio por parte de historiadores y estadígrafos, ya que ofrece varios perfiles para su tratamiento y reseña, además de un rico anecdotario. En las últimas décadas, incluso cobró mayor importancia en virtud de la adopción generalizada del penal para definir partidos empatados en instancias eliminatorias de todo tipo de torneos.
También ese particular momento ha inspirado a escritores y directores de cine. En 1971, el director alemán Wim Wenders (Las alas del deseo; París, Texas) llevó al cine la novela del austríaco Peter Handke, El temor del arquero ante el tiro penal, en la cual un ex jugador vienés, sus angustias y un crimen son el vehículo para referirse a la existencia humana y la sociedad contemporánea deshumanizadora.
Por su parte, el ya fallecido escritor y periodista Osvaldo Soriano lo reflejó en el cuento El penal más largo del mundo (publicado en Memorias de Mister Peregrino Fernández y otros relatos, Editorial Norma), en el cual recuerda un partido disputado en 1958 entre dos equipos liguistas de la zona del valle de Río Negro y suspendido cuando se debía patear un penal (“el más fantástico del que yo tenga noticia”) por una gresca generalizada. El entrañable Gordo, un futbolero apasionado y enamorado de esas historias de pago chico, conocía bien el paño, pues había vivido algún tiempo en Cipolletti. Soriano manifestó cierta vez su asombro porque, a pesar de que el partido fue una ficción, en ocasión de un viaje que realizó a esa zona muchas años después, una señora insistía en que su marido había participado del encuentro imaginado por él.
El 5 de abril de 2003 la ficción y la realidad mostraron sus a veces borrosos e imbricados límites: en Ensenada, Defensores de Cambaceres y Atlanta empataban 0 a 0, cuando a seis minutos del final, el árbitro Alejandro Toia cobró un penal favorable a los de Villa Crespo, que no pudo ser ejecutado porque un puñado de simpatizantes locales se subió al alambrado, motivando la suspensión del partido.
Un repaso por situaciones similares a lo largo de la historia permite comprobar que no sólo todas se resolvieron de manera diferente sino también que se hace difícil encontrar un hilo conductor en el juzgamiento de este tipo de hechos que deparan el fútbol y su contorno. 
Un antecedente
Un caso anterior de suspensión de un partido cuando se estaba por ejecutar un penal se dio el domingo 21 de abril de 2002, por el Torneo Clausura 2002, de Primera División, en Avellaneda. Jugaban por la 15ª fecha Racing y Boca, con intenciones ambos de dar alcance al puntero River, que por entonces les llevaba seis puntos. Ganaba Racing 2 a 1, cuando el árbitro Héctor Baldassi, que ya había expulsado a Rolando Oscar Schiavi y a Cristian Alberto Traverso, del conjunto de la Ribera, sancionó a un minuto del final del partido un penal que le cometieron a Leonardo Torres. Cuando Gerardo Bedoya se aprestaba a ejecutar el penal frente al arquero xeneize, Roberto Carlos Abbondanzieri, desde la tribuna visitante se desató una lluvia de piedras y trozos de mampostería, que obligaron a la suspensión.
El Tribunal de Disciplina se “tomó su tiempo” para resolver el asunto y el fallo, precisamente, salió luego de que ya River se consagrara campeón. Así, el 16 de mayo resolvió dar por finalizado el encuentro con el resultado 2 a 0 para Racing y multar a la institución boquense cuyos simpatizantes promovieron los desórdenes.
Un caso similar en el Ascenso
Un partido con circunstancias parecidas al citado de Cambaceres-Atlanta tuvo lugar por el Campeonato de Primera B de 1982, en pleno desarrollo de la guerra de Malvinas.
El sábado 22 de mayo de ese año jugaban en cancha de Huracán, por la 15ª fecha, el último, Deportivo Morón, y el primero, San Lorenzo de Almagro, de la Zona “B”. Iban 1 a 1, con goles de Rubén Alejandro Rojas, para los del Oeste, y Jorge Roberto Rinaldi, para los de Boedo. 
Los simpatizantes de quien finalmente fue el campeón de la temporada aparentemente no tenían motivos para quejarse del juez del partido, Aníbal Hay, ya que éste había expulsado a dos jugadores del que hacía las veces de local, Morón: Roberto Víctor Marucci y José Vicente Stagliano. 
Sin embargo, a los 43 minutos del segundo tiempo, el defensor sanlorencista Hugo Daniel Verdecchia le cometió foul a Rojas en el área y Hay cobró penal. Desde la popular azulgrana volaron piedras, cajones, monedas y se intentó derribar el alambrado. Tras 17 minutos de espera, el árbitro suspendió el partido, sin que Eduardo René Astudillo hubiera podido ejecutar el penal frente al arquero visitante, Oscar Rogelio Quiroga.
Dos semanas después, el 3 de junio, el tribunal afista emitió su fallo: se dio por finalizado el partido con el triunfo de Morón 1 a 0, además de las multas de rigor a San Lorenzo y la pérdida de la localía, algo insólito pues desde 1979 que no tenía estadio propio. El penal nunca fue tirado.
El zapato que tronchó el penal
Otro antecedente, también en Primera B, es el partido que se disputó en Sarandí, el 16-10-1976, Arsenal-Los Andes, con el arbitraje de Alberto Bísero. El equipo de Lomas de Zamora, que seguía de cerca al puntero Villa Dálmine, se puso rápidamente en ventaja por 2 a 0. Luego, Arsenal lo dio vuelta, y estaban 3 a 2 cuando el juez sancionó un penal de Néstor Bernárdez contra Juan Carlos Molina, de Los Andes. Protestas generalizadas de los jugadores locales y el juez expulsó al arquero Luque. Cuando parecía que iba a poder ejecutarse el penal, volaron proyectiles y, desde la platea local, fue arrojado un zapato que impactó en el abdomen del por aquel entonces juez de línea, Aníbal Hay. (Curiosamente en varias oportunidades Hay fue protagonista de estas historias de penales y partidos truncos, ya que también dirigió el 24-6-1996, por la 14ª fecha del Clausura 1995/96, Newell’s 2-Rosario Central 0, suspendido a los 19 minutos del segundo tiempo por incidentes, cuando cobró un penal a favor de los del Parque Independencia, que ese día hacían de locales en Arroyito.)
Consumada la agresión, se fueron todos a los vestuarios, y tras largos cabildeos y la imposibilidad manifestada por Hay de continuar por un dolor en la mano y náuseas, Bísero suspendió el partido. Mientras, los directivos de Arsenal, acompañados por un escribano, solicitaban en la comisaría local que un perito determinara la gravedad de la lesión.
Posteriormente, el Tribunal de Disciplina dispuso continuar el partido a puertas cerradas en el estadio de El Porvenir, además de tres fechas de clausura al estadio de Arsenal y diez de suspensión para el guardavallas Luque.
El miércoles 3-11-1976 se reanudó en Gerli el encuentro con la ejecución del penal que Enrique Lanza le convirtió al arquero suplente Noguera. Luego, Horacio Luis Agostinelli puso el 4 a 3 favorable a Los Andes.
En Santiago del Estero esperaron 26 días
El imaginario popular identifica la provincia de Santiago del Estero como un lugar tranquilo, donde las cosas se toman con calma y parsimonia y la siesta es casi un deber cotidiano. No obstante, en 1993, quienes así piensan fueron contundentemente refutados por el “Santiagueñazo”, levantamiento popular que se llevó puestos a muchos políticos y funcionarios de esa provincia. Y también por varios escándalos acaecidos en los partidos del fútbol local en los últimos años.
El sábado 3 de mayo de 1997, por la segunda fecha del Torneo Apertura “Marcelo Camacho”, organizado por la Liga Santiagueña de Fútbol, jugaron Güemes y Estudiantes. Un partido tradicional de esa capital provincial, con cientos de enfrentamientos en la historia, aunque el clásico provincial más importante es Central Córdoba-Mitre. 
Curiosamente, esa tarde se hizo presente en el estadio un conocido delantero que estaba de paso por la ciudad, Martín Palermo, quien dos años más tarde sería protagonista de un verdadero hito en esta saga de historias de penales, al malograr tres penales en un partido de la Copa América 1999: Colombia 3-Argentina 0, disputado en la ciudad paraguaya de Luque.
Como todo partido liguista con tradición, Güemes y Estudiantes disputaron un encuentro vibrante, con vuelcos en el marcador, y caliente; tanto es así que el juez, Víctor Zerda, había expulsado a dos jugadores por equipo. Cuando ya se cumplían los dos minutos del descuento marcado por el referee, con el resultado favorable a Estudiantes por 3 a 2, el arquero local, Martín Campos lo derribó José María Jerez. Sin hesitar Zerda cobró el penal y se vio obligado a expulsar al guardavallas por la acción del último recurso. Se tiraba desde los doce pasos, pues, y terminaba. De la tribuna donde estaban los parciales del equipo “gaucho” volaron proyectiles, y el árbitro consideró que no había suficiente seguridad y suspendió el partido.
Veintiséis días después, el jueves 29 de mayo, en cancha de Unión Santiago, se cumplió la resolución del Tribunal de Disciplina de la Liga Santiagueña: dado que el reglamento del torneo preveía que, ante igualdad de tres o más equipos en el primer puesto del certamen, se definía la posición por diferencia de gol, se había decidido que se continuara a puertas cerradas, es decir, que se ejecutara el penal y finalizara el partido.
Algunas cosas habían cambiado en tanto tiempo: Hugo Teves –ex jugador de Instituto (Córdoba) y de Atlanta– ya no era el DT estudiantil; otras seguían igual, por ejemplo, los incidentes: el domingo anterior había sido suspendido por graves desórdenes el clásico Central Córdoba-Mitre. 
Al campo de juego de Unión Santiago ingresaron pues 9 jugadores de Estudiantes y 8 de Güemes, que se cambiaron para sólo asistir a la ejecución de un penal. Entre ellos, el delantero “gaucho”, Víctor Martínez, que firmó la planilla y fue sustituido por el arquero suplente Ricardo Barraza, pues el titular había visto la tarjeta roja.
Finalmente, ante jugadores, la terna arbitral, periodistas y algunos curiosos, José María Jerez pateó el demorado penal y la pelota se fue desviada, a un metro del poste derecho. Malograda la posibilidad de un cuarto gol, el partido quedó entonces con un 3 a 2 para Estudiantes.
Penales cordobeses tras cinco meses y medio
Probablemente los penales que más demoraron en ejecutarse fueron aquellos que definieron el campeón del torneo de Córdoba en 1980 y la clasificación de la primera plaza provincial para el Nacional 1981. Se esperó durante cinco meses y doce días para la ejecución de cuatro tiros libres desde los doce pasos.
En efecto, el 31-8-1980, jugaron Instituto y Racing, en cancha de Talleres. Terminaron 1-1 (goles de Ángel Feliú, para Racing, y el zaguero Miguel Armando Olmedo, para la “Gloria”) y hubo un alargue de 30 minutos, sin que se registraran variaciones en el marcador. Fueron entonces a la primera serie de cinco penales y convirtieron todos ambos equipos. 
Correspondía, según el reglamento de la Liga Cordobesa, una nueva serie de tres penales, que se deberían ejecutar hasta el final. Pero, insólitamente, el juez Raúl Salibi, luego de que tiraran uno cada uno (Luis Eduardo Oropel, de Instituto, desvió el suyo), en un grueso error dio por terminado el encuentro con el triunfo de Racing, ante el festejo de jugadores y público académico. En el vestuario, momentos después, el árbitro cordobés reconoció su error, pero ya era demasiado tarde para lágrimas.
Posteriormente, la participación de Racing en el Torneo Nacional 1980, del cual se clasificó subcampeón, obligó a que la ejecución de los cuatro penales restantes de la serie se completara recién el jueves 12 de febrero de 1981 en la misma cancha de barrio Jardín, ¡con el mismo juez! y a puertas cerradas.
Asimismo se había decidido que quienes patearan debían ser jugadores fichados a la fecha de disputa del partido original en los registros de la Liga Cordobesa, ya que ambos equipos habían luego incorporado nuevos jugadores para afrontar el Torneo Nacional.
Racing convirtió sus respectivos dos penales ante el arquero albirrojo, Carlos Alberto Munutti; en cambio, Instituto desvió uno y el otro se lo atajó Raúl Malavolta a Miguel Enrique Rodríguez. Así el club de Nueva Italia ganó esta segunda serie de penales 3 a 0, se consagró campeón cordobés 1980 y se clasificó para el Nacional 1981, ante un puñado de curiosos que se habían podido colar y ante numerosos simpatizantes racinguistas apostados en los techos de casas colindantes al estadio.
Imagen del diario El Litoral con Aníbal Hay, protagonistas de varios casos relatado en este artículo.


Un duelo de antaño: Rosarinos vs. Uruguayos.

Lejos de la memoria popular, el autor de esta nota rescata una rivalidad de los comienzos del fútbol rioplatense. Un clásico entre rosarinos y uruguayos que contó con las mejores figuras del amateurismo de ambas asociaciones. Desde Gabino Sosa hasta Piendibene, desde el Chueco García hasta Obdulio Varela. Un artículo imperdible y, como decían las viejas revistas infantiles, para recortar y guardar.

Por Ricardo Gorosito (Buenos Aires, Argentina), socio del CIHF.
 
Cuando el 30 de marzo 1905 se fundó la Liga Rosarina de Fútbol, ya Rosario Athletic y Rosario Central disputaban de igual a igual con porteños y uruguayos las clásicas Copas de Competencia y de Honor. Luego se agregaron Newell’s, Provincial, Central Córdoba, Argentino de Rosario (por entonces llamado Nacional) y Tiro Federal, quienes comenzaron a reafirmar la calidad de un estilo de juego que llenaba la vista por su belleza y virtuosismo. 
 
A poco de creada, la entidad formó su propia selección, con camiseta roja y blanca, y comenzó a competir con su similar porteña. También llegaron los primeros aportes de sus jugadores a la Selección argentina, tales los casos de Zenón Díaz (el primero), Manuel P. González y José Viale. 
 
Un dirigente porteño, Mariano Reyna, propuso entonces la realización de un encuentro anual entre la selección rosarina y su similar de la Asociación Uruguaya por un trofeo que se llamó “Copa Asociación Argentina”. Anteriormente, previo a la disputa del torneo por la Copa América del Sud de 1910, ya se habían enfrentado amistosamente en Rosario, con el saldo de un empate en dos goles.
 
Así se inició, el 3 de noviembre de 1912 este verdadero clásico. Los primeros encuentros resultaron favorables a los celestes. Los orientales habían formado aquel famoso equipo llamado “los maestros del 12”, en el que descollaban las figuras de Saporiti, Foglino, Pacheco, Carlos Scarone y Piendibene, entre otros.
 
Pero los rosarinos no se amilanaron por esos primeros resultados adversos y ya en la edición de 1914 (jugada en 1915), se alzaron con una victoria por 3 a 2 con los goles de Carlos Guidi, aquel notable delantero de Tiro Federal. El éxito se repitió en 1919 cuando golearon por 4 a 1, con tantos de Humberto y Julio Libonatti, Ernesto Celli y el gran Gabino Sosa.
 
En el partido de 1918, que ganó Uruguay en Montevideo, el arquero de los celestes fue Roberto Chery, aquel que en el Sudamericano del año siguiente en Brasil falleció como consecuencia de una hernia inguinal que le produjo un choque con un adversario chileno.
 
El trofeo sufrió un paréntesis a partir de 1919 por el cisma que afectaba al fútbol argentino, y se reanudó en 1923 con el primer triunfo albirrojo en Montevideo por 3 a 1. Todos los goles los señaló Vicente Aguirre, de los “charrúas” del barrio La Tablada.
 
La década del 20 estuvo signada por conflictos en ambas orillas. Los uruguayos se enfrentaron entre sí a partir de 1922 en una puja que duró hasta 1926, cuando el presidente de la Nación, José Serrato, intervino para lograr la unificación, que en definitiva consiguió. 
 
Es de destacar que mientras el fútbol argentino estuvo dividido, entre 1919 y 1926, la Asociación Rosarina cedió jugadores a las dos ligas porteñas para integrar la Selección, excepto en 1925 por un conflicto.
 
No obstante la solución a que se llegó en 1927 en las dos márgenes del Plata, sólo se llevó a cabo el partido de 1929, ganado por Uruguay en Rosario.
 
Ya instalado el profesionalismo, el tradicional encuentro se reanudó en 1934 y se prolongó, con algunas intermitencias hasta 1947, fecha del último enfrentamiento. Posteriormente, entre 1958 y 1960 disputaron algunos amistosos pero sin que estuviera en juego el trofeo.
 
En total fueron 24 partidos por la Copa Asociación Argentina, de los que Uruguay ganó 14, Rosario 7 y empataron los 3 restantes. Rosario señaló 33 goles y Uruguay 54.
 
No podemos dejar de recordar algunos nombres que han protagonizado este duelo. Por Rosario mencionaremos al “Chueco” García, los hermanos Libonatti, Sebastián Guzmán, Julio Gómez, César de Miguel, Blas Saruppo, los Celli, Gabino, los Hayes, Viale, Waldino Aguirre y un cordobés de nacimiento, pero futbolísticamente rosarino, que luego brilló en la Selección celeste: Juan Eduardo Hohberg. 
 
Y qué decir de Uruguay, donde junto a los mencionados más arriba, agregaremos a Roberto Porta, Atilio García, Obdulio y Severino Varela, Isabelino Gradín, Ángel Romano, Pablo Dacal, Vicente Módena, Bibiano Zapirain y el “manco” Héctor Castro entre otros. 
 
El detalle de los partidos es el siguiente:
 
03-11-12 Rosario Rosarinos 0-4 Uruguayos
14-09-13 Montevideo Uruguayos 5-0 Rosarinos
24-10-15 Rosario Rosarinos 3-2 Uruguayos
05-12-15 Montevideo Uruguayos 3-1 Rosarinos
19-11-16 Montevideo Uruguayos 4-1 Rosarinos
09-07-17 Rosario Rosarinos 0-1 Uruguayos
16-12-18 Montevideo Uruguayos 3-1 Rosarinos
28-09-19 Rosario Rosarinos 4-1 Uruguayos
01-07-23 Montevideo Uruguayos 1-3 Rosarinos
25-08-29 Rosario Rosarinos 1-2 Uruguayos
11-12-34 Rosario Rosarinos 5-2 Uruguayos
22-12-34 Montevideo Uruguayos 2-2 Rosarinos
28-12-35 Montevideo Uruguayos 2-4 Rosarinos
27-09-36 Rosario Rosarinos 1-1 Uruguayos
05-09-37 Montevideo Uruguayos 1-0 Rosarinos
26-09-37 Rosario Rosarinos 0-0 Uruguayos
23-10-38 Montevideo Uruguayos 3-0 Rosarinos
03-12-37 Rosario Rosarinos 1-3 Uruguayos
19-06-41 Montevideo Uruguayos 3-0 Rosarinos
13-07-41 Rosario Rosarinos 2-0 Uruguayos
30-12-44 Montevideo Uruguayos 5-0 Rosarinos
06-01-45 Rosario Rosarinos 2-1 Uruguayos
11-02-47 Montevideo Uruguayos 2-1 Rosarinos
15-03-47 Rosario Rosarinos 1-3 Uruguayos
 
Además se disputaron los siguientes encuentros amistosos donde no estuvo en juego la Copa donada por Mariano Reyna:
 
05-06-10 Rosario Empate 2-2
01-11-24 Rosario Empate 3-3
22-09-29 Rosario Uruguayos 3-2
30-08-30 Buenos Aires Rosarinos 2-1
14-10-36 Buenos Aires Rosarinos 1-0
20-06-58 Rosario Rosarinos 2-0
18-07-58 Montevideo Uruguayos 1-0
09-07-59 Rosario Empate 0-0
25-08-59 Montevideo Empate 0-0
20-06-60 Rosario Rosarinos 2-1
 
Rosarinos y uruguayos: una costumbre que se perdió en el tiempo, pero que dejó recuerdos imperecederos. Bravos entreveros de una época de oro, irrepetible en este fútbol de hoy, en el que las viejas competencias parecen haber quedado en el olvido. Por eso se nos hizo un deber rescatarlas.

 
 
Imagen: Mariano Reyna, con la camiseta de Alumni, En su rol de dirigente propuso a la Asociación Argentina que donara una copa para que la jugaran rosarinos y orientales.

Ocurrió en 31 de agosto

1913.  Eindhoven, Holanda. Creación de la Philips Sportvereniging (PSV). Fue  fundada por obreros de la conocida fábrica local. Posee numerosos títulos, coronados (1988) con la obtención de las copas europea e intercontinental.

1935.  Kumasi, Costa de Oro (desde 1957: Ghana). Fundación del Asante Kotoko FC. Ha logrado 24 Ligas y 9 Copas locales. Dos veces la Copa Africana de Clubes (1970 y 1983). Su símbolo es un puercoespín, por eso reciben ese apodo.

1969.  Tremenda frustración de nuestro fútbol: Perú eliminó a Argentina de la clasificación al mundial de México al empatarle 2 a 2 en cancha de Boca con los dos goles de Oswaldo "Cachito" Ramírez.

1978. Fallecimiento de Angel Bosio, primer arquero mundialista argentino.

1994. Vélez es campeón de la Copa Libertadores al ganarle por penales a San Pablo en el estadio Morumbí, tras perder 1-0 en los noventa minutos.

Noticias gentileza de Ricardo Gorosito y Jorge Gallego.

martes, 30 de agosto de 2016

Ocurrió en 30 de agosto

1904.  Concepción del Uruguay, Entre Ríos, Fundación del CA Uruguay. El decano del fútbol local surgió en la aulas del Colegio del Uruguay, reconocido centro que data de 1849..

1906. Alumni gana la Copa Competencia con una espectacular goleada por 10 a 1 ante Belgrano Athletic.

1931. En La Plata, Estudiantes goles 8-0 a Lanús. Partdo correspondiente a la 14ª jornada de la Liga Argentina de Fútbol.
 
1955. En el partido que disputaban en Chile Palestino y Magallanes, murió el árbitro Raúl Iglesias a los 41' de juego a raíz de un paro cardíaco. Iglesias, de 37 años, había nacido en Argentina y estaba radicado en el país vecino.

1962. Santos de Brasil obtiene su primera Copa Libertadores al ganarle en el partido desempate en cancha de River Plate, a Peñarol de Montevideo por 3-0 con dos goles de Pelé, y el restante de Omar Caetano.
 
1964. Amadeo Carrizo, a los 36 años, detuvo dos penales en el partido River 3 Chacarita 0 en Núñez. Marcos Conigliaro y Néstor Sanguinetti fueron los ejecutores.


1970. Por la final de la Copa Teresa Herrera en Cádiz, Real Madrid derrotó a Independiente 4 a 2.

1991. Comienza el Torneo Apertura 1991. Primer torneo corto con campeón independiente al torneo siguiente. En el arranque del torneo, River supera a Roario Central por 2-1, con dos goles en los últimos minuos de Ramón Díaz que ese día volvía a jugar en el elenco "Millonario" después de su etapa en el fútbol europeo. 

1997. Debuta en el fútbol argentino el arquero colombiano Oscar Córdoba. Boca empata en cancha de Vélez 2-2 con Platense. En el club xeneize ganó 3 títulos locales, 2 Copas Libertadores y una Intercontinental.
 
 
Noticias gentileza de Ricardo Gorosito, Jorge Gallego y Diego Jolodovsky.

lunes, 29 de agosto de 2016

Ocurrió en 29 de agosto

1926.  Las Palmas de Gran Canaria, España. El Celta de Vigo derrotó al Real Club Victoria por 3:0. Estos serían los primeros campeones de la Liga Regional de Canarias (1926/27).

1928.  Tegucigalpa, Honduras. Fundación del Club Deportivo Motagua. Es el clásico rival capitalino del Club Deportivo Olimpia.

1959. Nacimiento en La Rioja de Ramón Angel Díaz.

1967. Racing Club se consagra como campeón de la Copa Libertadores al superar en el partido desempate a Nacional de Montevideo en Chile por 2-1. Los goles del título racinguista los marcaron Cardozo y Raffo.
 
1993. Por las Eliminatorias de Estados Unidos 1994, Argentina empata sin les contra Paraguay en el Monumental, y por la victoria de Colombia ante Perú, queda segundo, obligado a ganar e la última fecha.

2001. Al completarse la 3a. fecha del Apertura 2001 iniciada el día anterior, no ganó ningún equipo local. Hubo seis victorias visitantes y cuatro empates.


2005. Por la Copa Sudamericana, Rosario Central elimina a Newell`s al ganarle en el Gigante de Arroyito por 1-0 con gol de Germán Rivarola.
 
Noticias gentileza de Ricardo Gorosito, Jorge Gallego y Diego Jolodovsky.


domingo, 28 de agosto de 2016

Ocurrió en 28 de agosto

1920. Primer partido de su historia de la selección española. Por los Juegos Olímpicos de Amberes, le ganó a Dinamarca por 1 a 0 con gol de Patricio Arabolaza.

1920.  Amberes, Bélgica. Juegos Olímpicos. Suecia 9 Grecia 0. Desafortunado debut internacional griego.

1977.  Por las reformas que se le realizaban al José Amalfitani con motivo del Mundial 1978, VELEZ hizo las veces de local en cancha de Ferro durante todo el año 1977. Fue así que por la fecha 25 del Metropolitano, jugó de local en cancha de Ferro… contra Ferro. Y ganó 3 a 0 (goles de Rocchia en contra, Larraquy y el "Pepe" Castro). Más allá del resultado, nunca antes se había dado circunstancia semejante ni se repitió hasta hoy.

1983. En un empate ente Estudiantes y River en La Plata (2-2) debuta en el arco visitante, Sergio Javier Goycochea.

1994. Independiente logra ser campeón del Clausura 1994. Llegaba a la última fecha un punto atrás de Huracán. El fixture de esa temporada estipuló que Independiente que tenía 24 puntos recibiese a Huracán (25) en la última jornada. Independiente goleó a Huracán por 4-0 con goles de Sebastián Rambert, Daniel Garnero de tiro libre, Couceiro en contra y Ricardo Gareca, y logra el título de campeón.  Gareca ese día jugó su último partido como profesional.
 
2004. Argentina logra el único título que le faltaba: los Juegos Olímpicos. Obtuvo la medalla dorada al derrotar 1 a 0 a Paraguay con gol de Carlos Tévez.


Noticias gentileza de Ricardo Gorosito, Jorge Gallego, Andrès Canta Izaguirre y Diego Jolodovsky.

sábado, 27 de agosto de 2016

Hugo Olmos, un volante virtuoso al que comparaban con Michel Platini

Por Walter Daniel Raiño.

Luto en el fútbol. Disfrutaba tirando caños, a puro amago. En una jugada inolvidable se paró sobre la pelota y desairó a Mostaza Merlo.


Hugo Olmos, uno de los emblemas de Independiente Rivadavia en su gran campaña en el Campeonato Nacional de 1982. (Archivo)

Hugo Alberto Olmos, quien dejó una marca indeleble en la historia del futbol mendocino, falleció en la tarde del jueves a los 63 años. Para quienes pudieron verlo jugar su presencia en la cancha nunca pasaba desapercibida. Sus habituales piruetas, los amagos, los caños y la naturalidad que mostraba cada vez que tomaba contacto con la pelota generaba en las tribunas una complicidad de aplausos y de sonrisas. Todos lo conocían e identificaban por su singular apodo, El Mono.
Estaba radicado desde hacía tres decadas en el departamento de La Paz, pero había nacido en Santa Fe, el 24 de abril de 1953. Fue un incansable volante por izquierda, muy habilidoso, que también se exigía en la recuperación de la pelota. Se inició en Colón, donde compartió la pensión con Héctor Baley (uno de los arqueros del seleccionado argentino que ganó el Mundial de 1978), Rodolfo Zimmermann y Enzo Trossero, quienes años después fueron campeones con Independiente. Debutó en Primera de una manera inusual, por la huelga de los futbolistas profesionales en 1971. El entrenador Juan Eulogio Urriolabeitía lo incluyó como titular junto con otros jóvenes jugadores que luego dejaron su huella en el club santafesino como Ernesto Aráoz (récord de presencias con 284 partidos) y Edgardo La Chiva Di Meola (el segundo goleador histórico, detrás de Esteban Fuertes).
​Formó parte de la segunda oleada de jugadores santafesinos que a mediados de la década del '70 llegaron al fútbol mendocino, rebosante de esplendor al participar sus equipos en los Torneos Nacionales. Su primera experiencia la hizo en Luján Sport Club. Luego jugó en Atlético San Martín, tuvo un fugaz paso por Alianza Juventud Unida Universitario Pringles de San Luis, continuó en Huracán de San Rafael, Independiente Rivadavia, Gimnasia y Esgrima, y Deportivo Maipú. En este último club se retiró en 1986, tras formar parte del plantel que dirigió José Manuel Ramos Delgado y al ganar el Torneo Clasificación obtuvo el derecho de jugar la primera edición del Nacional B, para pasar a entrenar las divisiones formativas.
En Atlético San Martín compartió equipo en 1978 con Ramón Cabrero, un referente histórico de Lanús. En Gimnasia y Esgrima jugó en 1983 con un joven Juan Gilberto El Búfalo Funes, quien se destacaría en River como campeón de la Copa Libertadores. En Independiente Rivadavia integró el plantel de 1982 con Carlos Ereros, luego campeón con Argentinos Juniors.
"Flaco no te vayas, te vas a divertir, quedate a ver al Mono, parece Platini", era el coro habitual en las tribunas cuando hacía alguna de sus travesuras con la pelota, un disfrute solo comparable con el buen pie del volante francés. Una de ellas, memorable, es tan recordada y repetida por muchos como aquel legendario gol imposible de Ernesto Grillo en 1953 a los ingleses. Fue en 1982, en el estadio Malvinas Argentinas, cuando Independiente Rivadavia tenía la obligación de ganarle a River para clasificarse a los cuartos de final del Nacional. Olmos envió el centro para el gol de chilena de Antonio Mazza y también convirtió el segundo tanto en el 4-2 ante el poderoso conjunto que dirigía Alfredo Di Stéfano, pero su actuación será siempre recordada por haber evitado el fuerte cruce en la marca nada menos que parándose arriba de la pelota y dejando desairado al recio volante Reinaldo Merlo.


 El equipo de Independiente Rivadavia en 1982. Hincados, Carlos Ereros es el primero a la izquierda y Hugo Olmos el último a la derecha. (Archivo)
Su ex compañero en Atlético San Martín, Ricardo Santos Logiácono, en una nota al programa radial "Dos de Punta", resumió la mejor semblanza posible, en su despedida: "Fue un distinto. Entrábamos a la cancha a divertirnos. Le caía bien hasta a los hinchas de los otros equipos".