viernes, 23 de noviembre de 2018

El estratega del fútbol: Antonio Sastre


Quienes no lo vimos jugar tenemos que contentarnos con los recuerdos que afloran en las viejas páginas de diarios y revistas de la época. Este es uno de ellos, testimonio de El Gráfico de diciembre de 1939, poco después de logrado el campeonato, en el que Sastre brilló como nunca y que lo pinta de cuerpo entero

Por Ricardo Gorosito, socio del CIHF.

Nació el 27 de abril de 1911 en Lomas de Zamora y falleció en Avellaneda el 23 de noviembre de 1988.

Sastre es el fútbol
Póngalo en cualquier puesto, pero déjelo entrar a la cancha. Le atrae el verde, lo seduce la número 5. Uno es acero y otro imán. Se buscan porque se quieren. Déjenlo entrar a la cancha. Aunque sea de linesman. Puede ser que ligue alguna que pase cerca y la pueda agarrar de empeine.
Producto del potrero, si con el pasar del tiempo fue buscando la sobriedad, todavía de tanto en tanto se hace la farra de una gambetita para evocar aquel campito más “pelao” que el vasco Lecea. En lejanos años de los pantalones cortos y las rodillas con cascarones, se engendró ese amor inalterable. No vaciló nunca. Sastre es profesional porque así es el fútbol, pero si hubiera que pagar sería el primero en estar en la cancha. Trabajaría de cualquier cosa para juntar las monedas; sería capaz de cualquier esfuerzo con tal que le permitiera el inefable placer de bailar un rato con la redonda. Póngalo en cualquier puesto. Ninguno tiene secretos. Córranlo de una punta a la otra. En todo lugar estará bien. Sastre es el fútbol mismo. Si no lo hubieran creado, él lo hubiera inventado.
(El Gráfico del 8 de diciembre de 1939).




Aquello de que ningún puesto tenía secretos, es cierto. Jugó en todos, incluso de arquero por unos minutos en 1941 contra San Lorenzo cuando Fernando Bello debió irse a los vestuarios a que le curaran una herida en la cabeza. Y poco antes contra Peñarol por la Copa “Río de la Plata” ocurrió lo mismo. En 1938 lo hizo todo el año de “half derecho” y al año siguiente volvió a la delantera. Un jugador múltiple.
Llegó a Independiente de Progresista recomendado por Manuel Seoane en 1930. Debutó extraoficialmente el 8 de marzo en un amistoso ante Lanús que terminó 1 a 1 en lo que fue su único partido en la primera ese año. Después lo hizo en el segundo equipo. Pero llegó el profesionalismo y el 4 de junio frente a Argentinos Juniors se produjo su debut oficial. Fue empate 1 a 1 y a partir de ese momento, la camiseta número “8” (imaginaria), fue suya.

El 28 de octubre de 1942 contra Boca, hizo su última presentación en los rojos. A los 31 años se fue al Sao Paulo, quien llevaba varios años sin salir campeón. La llegada de “Cuila” fue un importante estímulo para sus jugadores. De las cuatro temporadas que militó en las filas paulistas, obtuvo tres campeonatos. Fue ídolo y un busto en la sede social del club, lo recuerda.

Con Independiente ganó los campeonatos de 1938 y 1939, las Copas “Río de la Plata” ante Peñarol y Nacional, la “Ibarguren” contra Rosario Central y Central Córdoba de Rosario de esos mismos años y la Copa Adrián Escobar de 1939.
Jugó para los rojos entre campeonatos y copas un total de 360 partidos con 121 goles.

Con la selección argentina debutó el 14 de diciembre de 1933 en la victoria 1 a 0 ante Uruguay en un amistoso y se despidió el 4 de marzo de 1941 en la Copa América cuando Argentina venció a Chile 1 a 0.

Disputó con la albiceleste 35 partidos y marcó 6 goles, logrando la Copa América en 1937 y 1941.




 

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