viernes, 26 de agosto de 2016

Arqueología futbolera: Las antiguas canchas de Montevideo (segunda parte)

Presentamos la segunda parte del trabajo sobre la ubicación de las antiguas canchas de fútbol en la ciudad de Montevideo. El artículo abarca el período desde los años ’20 hasta 1998, es decir, desde Parque Central y Pocitos hasta cuando Villa Española debió dejar su escenario por la ampliación de la avenida José Pedro Varela.

Por Luis Prats (Socio del CIHF, uruguayo, autor de la Crónica Celeste)


La década de ’20 encontró al fútbol uruguayo en la cumbre de América, listo para dar el salto hacia los títulos olímpicos y mundiales, profundamente arraigado en el gusto popular y avanzando hacia una concepción más profesional. 

Las multitudes que acudían a los encuentros obligaron a ampliar los escenarios, que se convirtieron en verdaderos estadios, aunque ya por entonces se reclamaba la construcción de un “gran stadium” que pudiera otorgar comodidad al público.

El Parque Central de Nacional seguía siendo el principal escenario montevideano, luego de dos reformas en 1911 y 1924. Se ingresaba por la avenida 8 de Octubre, siguiendo un camino bordeado de árboles, donde hoy se levanta la sede del club. Con capacidad para unos 20 mil espectadores, tenía dos tribunas laterales de madera, una de ellas techada, que se quemaron en un incendio en 1941. El club reconstruyó el escenario, esta vez en cemento, modificando la orientación del campo de juego (que pasó a ser paralelo a 8 de Octubre) por problemas derivados de la presencia de fincas linderas.

En 1921, también Peñarol tuvo su estadio en Pocitos, de similar capacidad. Al marcharse de Villa Peñarol, los aurinegros alquilaron Belvedere durante algunas temporadas, hasta que se inauguró Las Acacias en 1916.

Pero era un escenario demasiado pequeño y alejado, por lo cual el club obtuvo la concesión de un terreno a los fondos de la Estación Pocitos, en Rivera y Gabriel Pereira. El arquitecto Juan Scasso —quien años más tarde diseñaría el Centenario— hizo los planos y en noviembre de 1921 se inauguró el estadio. También era de madera, con dos tribunas laterales y un palco techado, curiosamente ubicado cerca de uno de los corners y no en el centro, en un punto que hoy equivaldría a la esquina de Charrúa y Coronel Alegre.

El estadio duró hasta 1933, aunque hasta mediados de los ’40 quedó el predio baldío. Entonces el Municipio abrió la avenida Soca, que pasa en diagonal justo por el centro de la vieja cancha. Hasta hace algunos años, sobre Pereira permanecían en pie las boleterías del estadio.

En 1922, el fútbol uruguayo sufrió un profundo cisma, que dividió a los clubes en dos bandos: la Asociación, liderada por Nacional, y la Federación, encabezada por Peñarol, ambas con su propio Campeonato Uruguayo. La primera división se abrió entonces para decenas de equipos y pequeñas canchas albergaron encuentros oficiales. Algunos siguen actuando en las competencias profesionales del presente, otros desaparecieron. Entre ellos, Charley que actuaba en Piedras Blancas, Lito con su campo en La Teja, Belgrano en la avenida Larrañaga, Universal en el Parque Salvo del barrio Capurro, un club Capurro que a su vez jugaba en el Parque Narancio de Las Acacias, Misiones en el Parque Chaná de Maroñas, Uruguayo en Gral. Flores y Consulado, Rosarino Central en Propios y Gral. Flores, Olimpia en el Parque Higiene y Salud de Gral. Flores y Larrañaga.

Entre los clubes que se consolidaron figura Defensor, que después de contar con varios campos en Punta Carretas se estableció en 1926 en el Parque Rodó. 
Central, de Punta Carretas se fue al Parque Ricci (también utilizado por Defensor), en Diego Lamas y Capitán Videla, y luego al Parque Fraternidad, de Garibaldi casi 8 de Octubre, por donde corre en el presente la calle Gerardo Grasso. 

Bella Vista, tras alternar en terrenos improvisados en su barrio, conoció algunos de sus mejores momentos en el Parque Olivos, ubicado en Agraciada y Olivos, una calle que fue rebautizada con el nombre de su mayor figura, José Nasazzi. El campo estaba ubicado a los fondos del actual Colegio San Francisco de Sales (Maturana) y el garage policial, hasta que a comienzos de los ’30 el club se mudó al Prado.

Justamente junto al hoy Parque Nasazzi, sobre Zufriategui, se encontraba una de las primeras canchas de Liverpool, que había iniciado su historia en un campo en Garzón y San Quintín, paraje conocido entonces como La Cuchilla.

Racing comenzó jugando en José Belloni y Avenida de las Instrucciones y hacia 1924, se instaló en Enrique Martínez y Burgues, donde jugó hasta que a fines de los ’30 se trasladó a Sayago. No lejos de allí estaba el campo de Colón, en Enrique Martínez y García Peña.

Cerro actuó durante años en el Parque Santa Rosa, legendario por lo bravo que era para los visitantes. Estaba ubicado en camino Pernambuco (Cerro Norte), no lejos de su Monumental Luis Troccoli, inaugurado en 1964. Los albicelestes fueron locales en el Parque Santa Rosa hasta principios de los ’50. Su rival de barrio Rampla Juniors jugó en canchas improvisadas de la zona hasta que ya en los ’20 ocupó el Parque Nelson, hoy estadio Olímpico. 

Hasta los años ’50, Miramar actuó en el Parque Blengio Salvo, emplazado en Comercio entre Azara y Vitrubio, y recuperó la condición de dueño de casa al fusionarse en 1980 con Misiones, que aportó su Parque Méndez Piana. Otros clubes transitaron la mayor parte de su trayectoria en sus actuales escenarios.

La ubicación de muchos de estos campos de juego revela la forma en que creció la ciudad. La mayoría de las actuales avenidas son antiguas e incluso se formaron a partir de senderos que conducían a Montevideo cuando ésta salió de sus murallas coloniales. Sobre estas vías —Agraciada, Millán, 8 de Octubre, Bulevar Batlle y Ordóñez, Avenida Italia— se extendieron las construcciones, pero a pocos pasos se mantuvieron por años enormes descampados o zonas de quintas, donde en las primeras décadas del siglo XX se multiplicaron las canchas. Progresivamente, los terrenos se lotearon y se abrieron nuevas calles, por lo cual se borraron las huellas de aquellos futbolistas pioneros. 

La desaparición del campito es, para muchos, una de las causas del retroceso del fútbol uruguayo. Hasta hace algunas décadas existían terrenos con césped y arcos en zonas bastante céntricas, que fueron muy populares aunque no tuvieron fútbol de primera división, como el Parque Salud Pública, en Ramón Anador al costado de la Facultad de Veterinaria, donde se ubican actualmente instalaciones de UTE; la cancha de Boston River en el emplazamiento del Edificio Libertad; la del Misterio, con iluminación, en Batlle y Ordóñez y Verdi, al costado del Cementerio del Buceo; las tradicionales canchas de Palermo y el Barrio Sur, escenario de legendarios torneos veraniegos, y una que se atribuía al viejo Dublín, en el sitio actual de la Iglesia de Fátima en Pocitos, entre muchas otras. Las viejas canchas de Perrone, en tanto, se transformaron en el actual estadio de Rentistas. Y en la rambla de Punta Carretas perviven algunas canchitas —alguna reciclada para el rugby o el fútbol americano—, 120 años después de sus primeros partidos.

También en los años recientes desaparecieron algunos escenarios oficiales. Alto Perú tuvo hasta 1982 su campo en una privilegiada ubicación, Avenida Italia y Mataojo. Fue desalojado para la construcción del Liceo número 10. Y el último que debió dejar su campo fue Villa Española, que hasta 1998 actuaba en el Parque Sáenz, en camino Corrales junto a la planta de Funsa. La ampliación de la avenida José Pedro Varela lo dejó sin escenario, lo cual motivó su descenso por reglamento y nuevas polémicas al recuperar la categoría de Primera División en 2002.

Imagen del Centenario en construcción.

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