Por Ricardo I. Gorosito (Socio del CIHF).
El fútbol argentino ha tenido a través de su rica historia goleadores inolvidables con cifras asombrosas. Si bien es cierto que las marcaciones de antaño no eran ni por asomo como las actuales, señalar más de 200 goles es una hazaña reservada a unos pocos. Tan pocos que en el profesionalismo sólo 10 fueron los que superaron esa cifra.
Uno de ellos fue Bernabé Ferreyra, apodado “El Mortero de Rufino” o “La Fiera”, un goleador que en 1932 batió todas las marcas, colmó los estadios y hasta llegaron a ofrecer un premio al arquero que se mantuviera invicto ante su poderoso remate.
Nació en Rufino (Santa Fe) el 12 de febrero de 1909. Se inició en el club Jorge Newbery de su ciudad natal cuando tenía 15 años. Al trasladarse su familia a Junín en 1927, pasó a jugar en el club B.A.P., sigla del Buenos Aires al Pacífico, nombre con que se conocía a la actual línea San Martín que llegaba hasta Chile.
Con el club ferroviario ganó el campeonato juninense de ese año al vencer 1 a 0 a Sarmiento con un gol marcado por él. Fue por esos días que fue probado en Talleres de Remedios de Escalada, pero no pasó la prueba y se volvió Junín.
En 1929 el encargado del fútbol de Tigre, Alberto Monge, lo trajo al club de Victoria y ya no se fue más. El presidente Victorio Micheli le ofreció 200 pesos por mes disfrazados de “viáticos” Eran tiempos del llamado amateurismo “marrón”. Debutó en la tercera fecha el 25 de agosto (el campeonato comenzó a mediados de año) frente a Banfield. Tigre ganó 3 a 1 con dos goles suyos, el primero anotado al minuto de juego.
En noviembre de 1930 fue solicitado por Vélez junto con Francisco Varallo, de Gimnasia y Esgrima La Plata para integrarse a una gira de cinco meses que abarcó Valparaíso, Santiago de Chile, Lima, La Habana, México DF y Nueva York. De los 75 goles marcados en la gira, Bernabé hizo 38 y Varallo 13. Cuando regresaron en mayo de 1931, ya era profesional. Tigre fue uno de los 18 clubes que ingresaron en la era rentada.
El 30 de agosto jugó su primer partido de ese año ante Quilmes y marcó los cuatro goles con que Tigre se impuso por 4 a 1. Pero acaso su actuación más recordada en esa temporada fue en la fecha 18ª. Tigre perdía 0-2 con San Lorenzo a 16 minutos del final cuando en siete minutos señaló tres goles que dieron vuelta el resultado.
En 1932 River, que ya era considerado “millonario” por las costosas compras de 1931, lo contrató por la suma de 32.000 pesos moneda nacional, todo un récord para la época.
Su aparición en el equipo de la banda fue espectacular. Marcó 19 goles en las primeras 12 fechas. Tal fue la sensación que produjo, que el diario “Crítica” que dirigía Natalio Botana, ofreció una medalla de oro al primer arquero que no fuera batido por “el gran Bernabé”.
En la fecha 13 River y Huracán empataban 1 a 1 (gol de Peucelle) en Alvear y Tagle cuando el partido se suspendió a los 62 minutos por falta de luz. Bernabé no convirtió, pero el partido no había terminado. En las dos jornadas siguientes volvió a anotar ante Atlanta y Boca, pero en la fecha 16, Independiente le quitó el invicto con una goleada 5 a 0.
La medalla le correspondió al arquero rojo Néstor Sangiovanni, pero al completarse el 13 de julio el encuentro con Huracán no hubo nuevos goles, es decir que Ferreyra tampoco marcó. Entonces el diario decidió premiar también a Cándido de Nicola, el arquero de Huracán.
En ese su primer año en River, marcó 44 goles en los 33 partidos disputados.
Bernabé ganó los campeonatos de 1932, 1936 y 1937. Este fue su último año de gloria. Los golpes hicieron mella en sus piernas y sus lesiones aparecieron cada vez con más frecuencia. En 1938 apenas jugó 9 partidos, hasta que en 1939 debió abandonar el fútbol a poco de comenzado el certamen.
Los números que dejó desde el 25 de agosto de 1927 hasta el 28 de mayo de 1939, cuando jugó su último partido ante Newell’s, fueron éstos:
En Tigre (1929-1931) – 50 partidos – 46 goles
En River (1932-1939) – 184 partidos – 187 goles
Total: 234 partidos y 233 goles.
Bernabé y Luis María Rongo son los únicos jugadores en la historia de River que marcaron más goles que partidos jugados.
Su primer gol se lo marcó al arquero de Banfield Abel Winkelman en 1929 y el último a Roberto Novara de Argentino de Quilmes diez años después.
Chacarita fue el equipo a quien más goles le convirtió, 17, y Sebastián Gualco fue el arquero más vencido: 12 veces.
Jugando para Tigre nunca le marcó a River y en el “millonario” le convirtió 11 a su ex club.
En toda su carrera ejecutó 24 penales: convirtió 16, desvió 3 y le atajaron 5 - (67% de eficacia).
Los arqueros que le contuvieron fueron: Atilio Losavio (Argentinos 1932), Sebastián Gualco (Platense 1932), Blas Fernando Bello (Independiente 1934), Eduardo Alterio (Atlanta 1935) y Ezequiel Aranda (Quilmes 1937).
Además del campeonato de primera división, jugó las siguientes copas oficiales:
En River – Copa Competencia de 1932 – 1 partido – 1 gol.
En River – Copa Adrián Beccar Varela 1933 – 4 partidos – 3 goles.
Bernabé Ferreyra ocupa el noveno puesto en la lista de máximos goleadores del profesionalismo después de Ángel Labruna (243) y Arsenio Erico (243), Herminio Masantonio (255), Manuel Gregorio Pelegrina (231), José Francisco Sanfilippo (227), Martín Palermo (227), Ricardo Roberto Infante (217) y Oscar Mas (215). Después están Bernabé y Carlos Bianchi con 206.
En la selección argentina no tuvo fortuna. Jugó apenas cuatro partidos y no pudo hacer goles, pero fue campeón en el Sudamericano de 1937.
Los partidos con la celeste y blanca fueron éstos:
29/05/1930 – Argentina 1-1 Uruguay – Copa Newton – Cancha de San Lorenzo.
14/12/1933 – Uruguay 0-1 Argentina – Amistoso en Montevideo – Estadio Centenario.
30/12/1936 – Argentina 2-1 Chile – Campeonato Sudamericano – Cancha de San Lorenzo.
01/02/1937 – Argentina 2-0 Brasil – Campeonato Sudamericano – Cancha de San Lorenzo.
Opiniones y anécdotas
Ese gran periodista y escritor que fue Osvaldo Ardizzone, lo evocó así en la desaparecida revista “Goles Match”:
“Y en esos inmaduros albores del profesionalismo argentino, debo detenerme en este acontecimiento histórico que protagonizó Bernabé Ferreyra, a mi juicio, el gran protagonista de la década del treinta y un fenómeno popular que a despecho de las técnicas incipientes de la promoción, admite un paralelo con la trascendencia de nuestro Diego Maradona. ¿Qué fue Bernabé Ferreyra? El domingo de Buenos Aires y hasta del país. Fue la ansiedad de cada partido por la espera de ese gol infalible. Fue el personaje que rastreó y capturó el olfato periodístico de Natalio Botana, que desde las páginas de su “Crítica” acribilló a Bernabé con los bautismos que nacían de la ocurrencia del pueblo y de los periodistas deportivos, como “El Mortero de Rufino”, como “La Fiera”, o ese único “Bernabé” que nunca necesitó del Ferreyra para identificarse. A tal punto que Botana y Crítica organizaron una competencia entre los arqueros instituyendo una medalla para aquél que no fuera vencido por los despiadados taponazos de “La Fiera”. Y que incorpora en la historia a Cándido De Nicola, aquel arquero de Huracán y Néstor Sangiovanni, de Independiente, que luego de noventa minutos de amenazas salieron ilesos…”.
(Nota: en realidad De Nicola jugó 62 minutos porque en la reanudación fue reemplazado por Oscar Bermúdez).
Ricardo Lorenzo “Borocotó” fue amigo de Alberto Monge, el hombre que lo trajo a Tigre y ambos esperaron ansiosamente el debut de Bernabé en la selección en el partido con Uruguay de 1930 y así lo contó en una revista también desaparecida de los años 50 que se llamó “Pinceladas Deportivas”:
“Fuimos varios los que bregamos por la inclusión de Ferreyra en la selección. No lo hacíamos únicamente por la amistad con Monge, sino porque estábamos convencidos que el taponazo de Bernabé podía acordar la victoria. Fue elegido y jugó… y muy mal. Los que tanto luchamos por él, quedamos junto con el gordo Monge, completamente desorientados.
Salió de la cancha silbado y abucheado. Después supimos la verdad: esa mañana del partido Bernabé había donado sangre para su hermana enferma…”.
El historiador Nazareno Atilio Scialpini se refiere así en su libro “La Historia de Tigre” a la inclusión de Ferreyra en la gira de Vélez de 1930:
“Corría el año 1930 cuando Vélez Sarsfield realizó una interesante gira al exterior, la cual comenzó con una ingeniosa “mula” o trampa.
En los contratos firmados entre el empresario de la gira y los clubes sobre los puntos que iban a visitarse, quedó especificado que deberían integrar la delegación “players” de reconocida fama en la Argentina y no menos de tres integrantes del “team” que intervino en la disputa del campeonato mundial. Para llenar este último requisito, habían sido elegidos Fernando Paternoster (Racing), Carlos Peucelle (Sportivo Buenos Aires), Francisco Varallo (Gimnasia) y Manuel Ferreira (Estudiantes de La Plata). Pero a este último, debido a la posición que ocupaba Estudiantes en el campeonato donde peleaba la punta con Boca, le fue negado el permiso para viajar y además Carlos Peucelle sólo podía hacer la primera parte de la gira. Sin esos dos jugadores, se vulneraba un importante punto del contrato.
Ni tonto ni perezoso, el empresario, ante la dificultad de último momento, lo solucionó inteligentemente; de manera que no pudiendo llevar al piloto olímpico Manuel Ferreira, se llevó al piloto de Tigre Bernabé Ferreyra, cuyo parecido estriba sólo, como se dice por ahí, en lo blanco del ojo y en lo redondo del cuerpo, pero que en cambio tiene la similitud del apellido (la “i” y la “y” se asemejan y se confunden con frecuencia) y del puesto que ocupan en el equipo.
Así fue como ligó de colado el viaje el Ferreyra de Tigre, al que podríamos llamar la “mula del piloto olímpico”. Lo gracioso del caso fue que, precisamente el jugador que debido a su apellido viajó en la gira, fue el triunfador de la excursión, el hombre atracción de las canchas que visitaron, el formidable shoteador que hizo realidad la ristra de triunfos excelentes que se trajo Vélez Sarsfield”.
Fue tanta la popularidad que alcanzó en 1932, que una vez en el vestuario fue a saludarlo el presidente Agustín P. Justo y otra nada menos que Carlos Gardel quien quiso conocerlo personalmente.
Le molestaban terriblemente los botines de aquella época y se los mandaba a hacer de medida. Se cuenta que para que su remate fuera más potente, cuando jugaba como local, mojaba la pelota antes para que pesara más.
Bernabé murió el 22 de mayo de 1972.
Así era Bernabé Ferreyra, aquel de las hazañas que mi padre riverplatense me contaba y que por lo que investigué, no estaban alejadas de la realidad.
Fuentes consultadas:
La Historia del Club Tigre – Nazareno Scialpini – 2000.
Los Centenarios del gol – Guillermo Gasparini – 1998.
El Libro del fútbol – Editorial Abril – 1975.
Historia de un siglo rojo y blanco – Diego Ariel Estévez – 2006.
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