Por Ricardo Gorosito (Buenos Aires, Argentina), socio del CIHF.
La lista de penales con historia es larga. Más de 100 años de fútbol en nuestro país nos han proporcionado abundante material. Veamos algunas de esas historias.
En 1923, la selección argentina jugaba por la Copa Chevallier Boutell con Paraguay en la legendaria cancha de Sportivo Barracas. A los 31 minutos, cuando empataban 0 a 0, el árbitro sancionó un penal en favor de Argentina que motivó las airadas protestas de los guaraníes. La decisión fue confirmada, pero el capitán argentino, Guillermo Magistretti, le ordenó al puntero Benjamín Delgado que lo tirara deliberadamente afuera porque consideraba que la falta no había existido, orden que Delgado obedeció. El juez Servando Pérez se sintió burlado y se retiró de la cancha. Dirigentes y capitanes lograron convencerlo para que volviera, a lo que accedió varios minutos después. Poco más tarde, el defensor argentino Vigliola anotó un gol contra su valla que puso en ventaja a Paraguay y así terminó la etapa.
A poco de reanudarse el juego, hubo otro penal para Argentina que ejecutó el mismo Vigliola tratando de enmendar su fallo en el gol guaraní, pero el arquero paraguayo Modesto Denis contuvo el remate.
Para colmo de males, a los 65 minutos Ildefonso López marcó el segundo gol visitante. Así lograron los paraguayos su primera victoria en Buenos Aires.
En 1931, el arquero Eduardo Alterio de Chacarita, fue el primero en anotar un gol en el profesionalismo. Iban 15 minutos del segundo tiempo y cuando el equipo funebrero perdía 3 a 0 ante Tigre, hubo un penal favorable a Chacarita. En una actitud insólita, el arquero de Tigre Lorenzo Savarro, decidió no oponer resistencia al remate en protesta por lo que consideraba una sanción injusta. En esas circunstancias, viendo que el gol estaba asegurado, Alterio pidió ejecutarlo y de esa forma convirtió el tanto. Seguramente Tigre se habrá desmoronado anímicamente, porque al final los de Villa Crespo llegaron al empate en tres goles.
En 1939 se produjo el único penal del profesionalismo que fue anulado. Jugaban San Lorenzo y Argentino de Quilmes y los santos ya ganaban cómodamente, cuando Alfredo Mac Kay castigó a los “mates” con un penal que Isidro Lángara transformó en gol. El juez observó que el delantero azulgrana Agustín Cosso se adelantó y en lugar de hacerlo ejecutar nuevamente, procedió a anularlo, concediendo un tiro libre indirecto para Argentino de Quilmes. Esa violación del reglamento motivó una estruendosa silbatina. Por suerte no tuvo incidencia en el resultado, ya que San Lorenzo se impuso finalmente por 7 a 1.
Por la Copa Roca de 1939 empataban 2 a 2 Argentina y Brasil en Río de Janeiro, cuando se sancionó la pena en favor de Brasil faltando cinco minutos. Allí ardió Troya y el equipo argentino abandonó la cancha luego de serios incidentes. Insólitamente y contrariando el reglamento, el árbitro Oliveira Monteiro ordenó la ejecución que concretó Leónidas con el arco vacío y Brasil ganó 3 a 2.
Recordado es el penal que en 1962, adelantándose evidentemente, Antonio Roma le atajó a Delem.
Se cuenta que justificando su decisión de no hacer repetir la pena, el juez Carlos Nay Foino contestó a las protestas de los jugadores de River con la frase “penal bien pateado es gol…”
Ese penal sí tuvo influencia en la definición del campeonato.
Por el Metro de 1970 en cancha de Racing, Independiente necesitaba vencer a la Academia para adjudicarse el campeonato. Estaba en desventaja por 1 a 0 cuando Humberto Dellacasa le dio un penal al Rojo que el desaparecido Aníbal Tarabini debió ejecutar tres veces. En las dos primeras Agustín Mario Cejas se adelantó y recién en la tercera logró el gol. Finalmente Independiente ganó 3 a 2 y fue campeón por haber marcado un gol más que River.
El “Chango” Cárdenas, autor del famoso gol de Racing al Celtic
en 1967, fue el héroe en 1971 cuando por el Metro, a raíz de la sanción de un
penal para Rosario Central a los 73 minutos, fue expulsado el arquero Rubén
Guibaudo. Por entonces, si el sancionado era el portero, no podía ingresar el
suplente, que en este caso era Carlos Oriolo. Por lo tanto el técnico Victorio
Spinetto dispuso que Juan Carlos Cárdenas ocupara el arco y a él le cupo la
hazaña de detener el remate de Roberto Artemio Gramajo. Racing ya se imponía 2
a 1 y logró mantener la ventaja alzándose con un festejado triunfo.
Éstas son sólo algunas de las historias escritas desde los doce pasos.
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